(ZENIT- Roma, 25 de junio de 2017). – La ayuda a las víctimas supervivientes del tráfico de los seres humanos debe de ir más allá de la defensa de los derechos humanos, encarando “su rehabilitación y su reintegración completa en la sociedad”, declara la Santa Sede.
El Observador permanente de la Santa Sede en la ONU, en Nueva York, Mons. Bernardito Auza, ha intervenido, el viernes 23 de junio de 2017, durante un intercambio informal en preparación al encuentro de septiembre próximo teniendo como objetivo la revisión del “plan mundial de acción para combatir el tráfico de personas”.
En esta declaración, la Santa Sede ha evocado los numerosos factores que favorecen este tráfico, como la pobreza, la falta de trabajo, la migración y la crisis de los refugiados, lo mismo que otros factores económicos y políticos.
Pero la raíz del tráfico de personas, la Santa Sede diagnostica “la deshumanización” de la gente reducida a “objetos” o a “productos”.
Mons. Auza ha hecho remarcar que la defensa de los derechos humanos de las víctimas es una “clave” pero “no es suficiente”: “La comunidad internacional debe ir más allá para afrontar las necesidades “legales, económicas, educativas, médicas y fisiológicas” de las víctimas de cara a “su rehabilitación y a su reintegración completa en la sociedad”.
Traducción de Raquel Anillo
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