«El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará», refiere Jesús en el Evangelio

REFLEXIONES EN FRONTERA con la lectura del Evangelio dominical, jesuita Guillermo Ortiz.

(RV).- Todo se da vuelta, como en el mundo al revés, cuando leemos el Evangelio de Jesús. Hay desgarrones como cirugías profundas y a la vez un amor desproporcionado que acaricia y cura las heridas del alma.

En el Evangelio del domingo, con el desamparo de abandonar al padre y a la madre por sostener la cruz del seguimiento de Jesús, está la promesa, no solamente de que recibirá recompensa incluso aquel que dé de beber un simple vaso de agua a sus discípulos, sino también, la promesa de encontrar la vida, después de haberse despojado y renunciado a todo, abandonado en manos de Dios.

Pero es así. Así lo dice Jesús en el Evangelio, en forma de paradoja: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará”.

Esto es lo que experimentará el que acepta el pedido de Papa Francisco de leer el Evangelio cada día. Se verá desafiado a salir de la autoreferencialidad, de la comodidad, para ir al otro. Pero es allí donde, en vez de encontrar el desamparo, la muerte, el aburrimiento, conocemos la alegría del Evangelio por el encuentro con Jesús. @jesuitaGuillo


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