REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Su primo, Juan Bautista, también lo distinguió, lo eligió y dio testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios con la vida. Lo degollaron; le cortaron la cabeza por denunciar la injusticia y corrupción.
Papa Francisco dijo de Juan Bautista el 16 de diciembre de 2016 entre otras cosas: terminó “en la oscuridad de una celda, en la cárcel, decapitado, por el capricho de una bailarina, por la envidia de una adúltera y la debilidad de un borracho”.
Expresó esto porque el Evangelio de San Marcos 6,17-29 es bien claro con la historia: Herodes que apreciaba a Juan se había juntado con la esposa de su hermano y Juan le decía: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". El rey ofreció una fiesta, la hija de su amante bailó tan bien que Herodes prometió darle lo que quisiera. Su madre, que odiaba a Juan, pidió que le trajeran la cabeza del Bautista en una bandeja.
Soy capaz de jugarme la vida como Juan Bautista, a la luz de los fuegos artificiales de la gran fiesta cotidiana del mundo que derrocha lo que es de todos y asesina a los inocentes como parte de la diversión.
La conciencia se deforma si no la educo. Pero una vez que se pasó la línea tampoco apelaré a la misericordia porque ya entre libre y conscientemente en el campo del mal, de lo perverso.
Que Juan Bautista, mártir nos conceda el coraje de la fe.
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