(ZENIT – 23 septiembre 2019).- El Papa Francisco alentó a la “revolución de la ternura” recibiendo en audiencia en el Vaticano, el pasado sábado 21 de septiembre de 2019, a un centenar de “Grandes Carmelitas”, desde la antigua observancia del Carmelo, rama tradicional de esta familia espiritual.
Todos ellos están celebrando su Capítulo General en Roma hasta el 27 de septiembre de 2019 sobre el tema: “Vosotros sois mis testigos (Is 43,10); de generación en generación: llamados a ser fieles a nuestro carisma carmelita”.
En este día de aniversario de la experiencia de la misericordia divina por parte de Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, a la edad de 16 años, el 21 de septiembre de 1953, el Papa subrayó la importancia de la misericordia y la compasión: “El contemplativo tiene un corazón compasivo”. Una contemplación que no se reduce a “deleites y éxtasis que quitan las alegrías y las preocupaciones de la gente”, porque “quien ama a Dios debe buscarlo en los pobres”, “hermanos de Jesús”, según las palabras del beato carmelita italiano Angelo Paoli (1642 – 1720).
Por el contrario, el Papa ha definido lo que él llama “pseudo-místico”, la “solidaridad de fin de semana” y la tentación de estar lejos de las heridas del cuerpo de Cristo”. Y señaló el antídoto usando la expresión de san Juan de la Cruz “noche oscura”: “Necesitamos hoy una revolución de ternura que nos haga más sensibles a las noches oscuras y a las tragedias de la humanidad”.
El Papa se refirió también al Carmelo como una “escuela de contemplación” con una “rica tradición espiritual”: recomendar una misión “arraigada en la relación personal con Dios”. Y subrayó el vínculo entre contemplación y servicio: “El modo carmelita de vivir la contemplación te prepara para servir al pueblo de Dios a través de cualquier ministerio o apostolado”.
El Papa también advirtió contra la “tibieza” que espera a la “vida consagrada cuando los consejos evangélicos se convierten en una rutina y el amor de Jesús ya no es el centro de la vida” y contra la “mundanalidad”, que es la tentación más peligrosa para la Iglesia”.
El Papa citó también a la gran carmelita italiana de Florencia, santa María Magdalena de’ Pazzi (hacia 1640-1674), que ofreció su vida por la renovación espiritual de su tiempo.
Especificó la misión espiritual del Carmelo de “acompañar a la gente a ‘hacer amistad’ con Dios”: “Nuestro mundo tiene sed de Dios, y vosotros, carmelitas, maestros de oración, podéis ayudar a tanta gente a salir del ruido, de la prisa y de la aridez espiritual”, no enseñando “a acumular oraciones, sino a ser hombres y mujeres de fe, amigos de Dios, que saben caminar por los caminos del Espíritu”.
En cuanto a la vida comunitaria de los religiosos, el Papa alentó “el silencio y la oración”, de los que surgirán “comunidades renovadas y ministerios auténticos”.
Contrariamente a la “inercia de la inmovilidad” o a la reducción de “la comunidad religiosa a ‘grupos de trabajo’ que terminarían diluyendo los elementos fundamentales de la vida religiosa”, el Papa subrayó que la vida comunitaria debe ser “un punto de referencia que genere serenidad, atraiga al pueblo de Dios y transmita la alegría de Cristo resucitado”.
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