(ZENIT – 4 nov. 2019).- El Papa Francisco invitó a estar “siempre aferrados a la cuerda”, anclada en el cielo, la otra orilla, aunque, “muchas veces solo veremos la cuerda, ni siquiera el ancla, ni siquiera la otra orilla. Pero tú, aférrate a la cuerda que llegarás seguro”.
El 2 de noviembre de 2019, con motivo de la conmemoración de los Fieles Difuntos, el Santo Padre presidió la Misa en las catacumbas de Priscila, uno de los antiguos lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma.
Según el medio vaticano, Francisco pronunció una homilía espontánea que comenzó confesando que se trataba de la primera vez que entraba en unas catacumbas, algo que, “nos dice tantas cosas”.
Cristianos perseguidos
Así, resaltó que al encontrarnos en ellas “podemos pensar en la vida de estas personas, que tuvieron que esconderse, que tuvieron esta cultura de enterrar a los muertos y celebrar la Eucaristía aquí”, “un momento feo de la historia”, describió.
Y agregó que este momento no se ha superado actualmente porque “aún hoy hay algunas” catacumbas en otros países donde está prohibido celebrar la Eucaristía y para hacerlo tienen que fingir que celebran alguna fiesta o cumpleaños: “Aún hoy hay cristianos perseguidos, más que en los primeros siglos. Más”, recalcó.
La identidad del cristiano
Por otra parte, el Papa indicó que, las catacumbas, los cristianos perseguidos y las lecturas le inspiraban tres palabras: identidad, lugar y esperanza.
Así, para él, “la identidad de estas personas que se reunieron aquí para celebrar la Eucaristía y alabar al Señor, es la misma que la de nuestros hermanos de hoy en muchos, muchos países donde ser cristiano es un crimen, está prohibido: no tienen derecho”, pero matizó que la identidad “son las Bienaventuranzas”.
Efectivamente, las Bienaventuranzas constituyen el “documento de identidad” del cristiano, el “Gran Protocolo” con el que seremos juzgados: “Sin esto, no hay identidad. Hay una pretensión de ser cristianos, pero no hay identidad”, aclaró el Obispo de Roma.
“El lugar”
Con respecto a “el lugar”, el Papa Francisco habló sobre las personas que se escondía en las catacumbas, para sentirse seguros o para enterrar a los muertos. Y recordó el ejemplo de una religiosa en Albania que, durante el comunismo vivió en un campo de reeducación, donde los sacerdotes no podían administrar los sacramentos y ella tuvo que bautizar en secreto.
En este sentido, el Santo Padre llamó a preguntarse “¿dónde me siento más seguro? ¿En las manos de Dios o con otras cosas, con otras certezas que ‘alquilamos’ pero que al final caerán, que no tienen consistencia?”
Esperanza
Asimismo, apuntó que “estos cristianos con este documento de identidad que vivieron y viven en las manos de Dios, son hombres y mujeres de esperanza”. Y esta última, la “esperanza” es la tercera palabra que ese día le inspiró.
De este modo, Francisco aseveró que “nuestra esperanza está en el cielo, nuestra esperanza está anclada allí y nosotros, con la soga en la mano, nos mantenemos mirando esa orilla del río que tenemos que cruzar”.
En definitiva, resumió: “Identidad: de las Bienaventuranzas y de Mateo 25, lugar, el lugar más seguro: en las manos de Dios, heridas de amor; esperanza, el futuro: el ancla, allí, en la otra orilla, pero yo bien aferrado a la cuerda: esto es importante”.
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