Papa en Japón: Los gritos de sálvate a ti mismo al sufriente no serán la última palabra

NAGASAKI, 24 Nov. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco celebró una Misa en el estadio de béisbol de Nagasaki este domingo 24 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, durante su viaje apóstolico en Japón.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio dominical de San Lucas y afirmó que “las burlas y gritos de sálvate a ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidan por la compasión como auténtica forma para construir la historia”.

“Hoy aquí queremos renovar nuestra fe y nuestro compromiso; conocemos bien la historia de nuestras fallas, pecados y limitaciones, al igual que el buen ladrón, pero no queremos que eso sea lo que determine o defina nuestro presente y futuro”, dijo el Papa.

En esta línea, el Pontífice reconoció que “no son pocas las veces que podemos caer en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del ‘sálvate a ti mismo’, y perder la memoria de lo que significa cargar con el sufrimiento de tantos inocentes”.

Al referirse a las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, el Papa Francisco señaló que “estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano” y por este motivo, “como el buen ladrón, queremos vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en la defensa y el servicio del Señor, el Inocente sufriente. Queremos acompañar su suplicio, sostener su soledad y abandono, y escuchar, una vez más, que la salvación es la palabra que el Padre nos quiere ofrecer a todos: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

En esta línea, el Santo Padre recordó el testimonio valiente de “san Pablo Miki y sus compañeros, así como los miles de mártires que jalonan su patrimonio espiritual” y añadió que “sobre sus huellas queremos caminar, sobre sus pasos queremos andar para profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión; es capaz de vencer sobre todo pesimismo inoperante o bienestar narcotizante, que termina por paralizar cualquier buena acción y elección”.

Oración común

Además, el Papa Francisco afirmó que Nagasaki “lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos”.

Por ello, el Pontífice pidió: “Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo, y para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz”.

“Si nuestra misión como discípulos misioneros es la de ser testigos y heraldos de lo que vendrá, no podemos resignarnos ante el mal y los males, sino que nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera que estemos: familia, trabajo, sociedad; ser una pequeña abertura en la que el Espíritu siga soplando esperanza entre los pueblos”, expresó.

En este sentido, el Santo Padre explicó que “el Reino de los cielos es nuestra meta común, una meta que no puede ser solo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y trabajadores extranjeros: todos ellos sacramento vivo de Cristo, nuestro Rey”.

“En el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban, tan solo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente; toda una valiente profesión de fe. Está en cada uno de nosotros la decisión de callar, burlar o profetizar”, concluyó el Papa en la homilía.

Según informaron las autoridades locales, a esta Misa presidida por el Santo Padre en latín asistieron 35 mil fieles.

Al finalizar la Celebración Eucarística, el Papa Francisco viaja en avión hacia la ciudad de Hiroshima en donde participa a un encuentro por la paz en el que participan líderes de diferentes religiones, víctimas y fieles. Por la noche, el Pontífice volverá en avión a Tokio.

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