Solemnidad de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos

(ZENIT – 4 noviembre 2019).- El pasado 1 de noviembre de 2019 el Papa Francisco, durante el Ángelus, reflexionó en torno a la solemnidad de Todos los Santos y el día 2, conmemoración de todos los Fieles Difuntos, celebró una Misa en las catacumbas de Priscila.

La santidad, “don y llamada”

Así, el día 1, el Francisco señaló que la solemnidad de Todos los Santos nos recuerda que “todos estamos llamados a la santidad” y que “los santos y santas de todos los tiempos, que hoy celebramos todos juntos, no son simples símbolos, seres humanos distantes, inalcanzables”.

“Por el contrario, son personas que vivieron con los pies en la tierra; experimentaron el trabajo cotidiano de la existencia, con sus éxitos y sus fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para resucitar siempre y continuar en el camino. De aquí se deduce que la santidad es una meta que no puede alcanzarse sólo con las propias fuerzas, sino que es fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella. Por lo tanto, la santidad es don y llamada”, explicó.

Al mismo tiempo, en sus palabras después de la oración mariana, subrayó que “en estos días en que desgraciadamente circulan mensajes culturales negativos sobre la muerte y sobre los muertos, los invito a no descuidar, si es posible, una visita y una oración en un cementerio. Será un acto de fe”.

Misa en las catacumbas

También en el Ángelus del día 1, el Santo Padre anunció que, efectivamente, al día siguiente, celebraría la Misa en las catacumbas de Priscila, “uno de los primeros lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma”.

A las 16:00 horas tuvo lugar la celebración eucarística en la basílica del papa Silvestre a la que asistieron las monjas benedictinas, custodias de las catacumbas de Priscila, así como cerca de cien invitados.

En la homilía, el Pontífice, confesó que era su primera visita a una catacumba y rememoró a los cristianos perseguidos del presente, que incluso tienen que fingir que celebran una fiesta o un cumpleaños para celebrar la Misa porque está prohibido hacerlo: “Aún hoy hay cristianos perseguidos, más que en los primeros siglos. Más”, recalcó.

Al final de la celebración, antes de regresar al Vaticano, el Papa bajó a las catacumbas para una corta visita, deteniéndose por unos momentos frente al representación de la Virgen de mediados del siglo III y, en el criptopórtico, delante de la capilla griega.

Por último, ya en el Vaticano, se dirigió a las Grutas de la Basílica Vaticana para un momento de oración en privado por los Pontífices difuntos.

Catacumbas de Priscila

Situadas en las Vía Salaria en Roma, con entrada al convento de las Hermanas Benedictinas de Priscila, las catacumbas son uno de los cementerios romanos más antiguos que se han descubierto.

En ellas se conservan algunos frescos de especial importancia para la historia del arte, por ejemplo, las primeras representaciones de la Virgen María o de la Anunciación, indica Vatican News.

En la regina catacumbarum, “la reina de las catacumbas” como se la llama por la gran cantidad de mártires allí enterrados, están sepultados algunos Papas como Silvestre I, a quien se le construyó la citada basílica con su nombre, Celestino I, Siricio y Marcelo I, entre otros.

Entre los mártires más famosos cuyos restos descansan en este lugar se encuentran los santos Félix y Felipe, Crescenciano, Prisca.

De acuerdo a la misma fuente, estos enterramientos fueron excavados entre el segundo y el quinto siglo, partiendo de ambientes hipogeos preexistentes, siendo los principales un arenario, un criptopórtico y un hipogeo con las tumbas de los Acilios, descendientes de Acilio Glabrión, cónsul y senador que había sido desterrado de Roma y luego condenado a muerte por Domiciano por haberse convertido al cristianismo.

Priscila, benefactora de los cristianos

A esta familia pertenecía Priscila, la mujer noble que donó a tierra, cuya memoria es el 16 de enero en el Martirologio Romano, que la define como benefactora de la comunidad cristiana de Roma.

Este cementerio, perdido como muchos otros debido al ocultamiento de las entradas para protegerlo de los saqueos, fue uno de los primeros que se encontraron en el siglo XVI. Como consecuencia de ello, fue profusamente despojado de lápidas, sarcófagos, tobas y cuerpos de supuestos mártires.

No obstante, a pesar de ello, conserva pinturas particularmente bellas y significativas.

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