Jesús en la cruz sale al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser abandonado, afirma el Papa

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuia Guillermo Ortiz

Las palabras de Jesús en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34), no son solamente palabras. Se convierten en un acto concreto en el perdón ofrecido al “buen ladrón”, explicó Francisco en la catequesis del 28 de setiembre de 2016, que dedicó al perdón en la cruz.

El Obispo de Roma habló del Evangelio de san Lucas que refiere sobre los dos delincuentes crucificados con Jesús, que se dirigen a Jesús con actitudes opuestas. “El primero, llevado por la angustia del hombre ante la muerte, lo insulta y no comprende que, siendo el Mesías, pueda quedarse en la cruz. Pero es precisamente quedándose y muriendo en la cruz donde Cristo nos salva, dando testimonio de que la salvación de Dios puede llegar a todos los hombres hasta en las situaciones más extremas”.

“El segundo ladrón, movido por el temor del Señor, reconoce su pecado, y confiesa su culpa con absoluta confianza en la infinita bondad y misericordia de Jesús. Jesús está precisamente allí para estar cerca, para salir al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser abandonado, y le promete que hoy estará con él en el paraíso. De este modo, en la hora de la Cruz, Jesús revela el cumplimiento de su misión de salvar a los pecadores. Desde el inicio hasta el final de su vida, Jesús se ha revelado Misericordia, encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre”.

 


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