(RV).- Acerquémonos sin temor a Jesús, acogiendo su gracia para que sane nuestras heridas, nos reconcilie con nuestros hermanos y renueve nuestras vidas en la paz y en la alegría de los hijos de Dios. Fue la exhortación del Papa Francisco a los peregrinos de tantas partes del mundo, en su audiencia jubilar del sábado 10 de septiembre.
Reiterando y sintetizando su catequesis central en italiano, sobre «Misericordia y Redención» el Obispo de Roma alentó a los peregrinos jubilares a testimoniar el don que recibimos de Cristo: la verdadera libertad, que nos hace hijos de Dios. El don de la redención y de la vida nueva en el Señor:
«Hermanos y hermanas, la audiencia jubilar de hoy nos recuerda que no estamos solos en nuestras dificultades, en nuestras angustias y dolores. A nuestro lado está siempre Dios Redentor, que nos fortalece y nos sostiene con su Palabra; nos libera del pecado; nos levanta y eleva hacia Él y nos conduce a una vida nueva. ¡Tengamos confianza siempre en su misericordia!
Les deseo que nada ni nadie les pueda impedir vivir y crecer en la amistad de Dios. Dejen más bien que su amor los regenere como hijos y los reconcilie con Él y con los hermanos».
Con su cordial bienvenida, el Santo Padre dirigió un saludo especial a los participantes en dos peregrinaciones nacionales, la de la República Checa y la de Rumanía.
A la primera, encabezada por el Cardenal Vlk, agradeció la imagen que le donaron de Santa Inés de Bohemia, alentó a poner en práctica las obras de misericordia y pidió también que lleven el saludo del Papa a sus compatriotas:
«Queridos hermanos y hermanas, les deseo que vivan con fe este Jubileo, redescubriendo la belleza de cumplir las obras de misericordia, manifestación concreta del amor de Dios para cada uno de sus hijos. Lleven mi saludo a sus connacionales y, al tiempo que les pido que sigan rezando por mí, imparto de corazón la Bendición Apostólica a ustedes y a sus familias ¡alabado sea Jesucristo!»
En las palabras del Papa a los peregrinos rumanos, su exhortación a las obras de misericordia y a la unidad de los cristianos, a ser signos visibles de que Dios nunca quiere dejar a nadie solo y necesitado:
«Queridos hermanos y hermanas, obrar la misericordia quiere decir servir a la vida y a la comunión. Cada uno de nosotros puede ser levadura de vida e instrumento de comunión en su propia familia, en su trabajo, en su parroquia y en los grupos a los que pertenece. Los invito a ser, en su día a día, un signo visible de la misericordia de Dios, que no quiere dejar a nadie en la soledad y en la necesidad. Fortalecidos con la oración y las obras de caridad, vayamos adelante juntos, con todos los cristianos, por el camino hacia la unidad. Los bendigo de corazón a ustedes y a sus familias. Cuento con sus oraciones ¡Alabado sea Jesucristo!»
Con especial emoción, el Santo Padre saludó al grupo del Servicio Nacional italiano de la Protección Civil, que no pudo estar presente para «proseguir la preciosa obra de socorro y asistencia a las poblaciones asoladas por el terremoto del pasado 24 de agosto». Y agradeció de corazón su dedicación y generosa ayuda.
A todos deseó el Papa Francisco que el pasar por la Puerta Santa suscite en cada uno el anhelo de ser cada vez más testimonios de misericordia, impulsando así la fe y el espíritu misionero en sus comunidades. Y después de expresar a los participantes en el Jubileo de las Universidades y de los Centros de investigación su anhelo de que «la enseñanza sea rica de valores, para formar a personas que sepan hacer fructificar los talentos que Dios les ha donado», resonó la invitación a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, a invocar los Nombres de Jesús y de María:
«Exhorto a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados a invocar con especial intensidad los Nombres de Jesús y de María para que nos enseñen a amar plenamente a Dios y al prójimo».
(CdM – RV)
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