La dignidad y la soberanía de la nación, como la dignidad y los derechos humanos de los migrantes, están sobre cualquier negociación.
Ciudad de México (Agencia Fides) – Como Comisión de la Movilidad Humana y como Conferencia de Obispos Mexicanos, "expresamos nuestra preocupación por la falta de una verdadera acogida humanitaria a nuestros hermanos migrantes, esta es una realidad que no podemos evitar. Tristemente constatamos que esta dignidad como personas e hijos de Dios está siendo vulnerada, pues ha sido “cambiada por un plato de lentejas”. México sin una política migratoria efectiva se ha sometido a los criterios e imposiciones del gobierno norteamericano aceptando la incoherencia de unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar, buscando la oportunidad de una vida mejor": esto es lo que afirma el texto enviado a Fides por la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) titulada" Dignidad de los migrantes ".
"La dignidad y la soberanía de nuestra nación, así como la dignidad y los derechos humanos de los migrantes están muy por encima de cualquier negociación, la Iglesia y la sociedad civil han defendido siempre la “no criminalización de las personas migrantes y de los defensores de derechos humanos” que luchan a favor de la dignidad, a contracorriente y con riesgos importantes para su propia seguridad e incluso su vida".
"Como Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana, somos conscientes de la legitimidad y necesidad de tomar decisiones valientes para evitar la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se comercian con los Estados Unidos, pero no en detrimento de la soberanía nacional, la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de los países necesitados de apoyo y desarrollo digno", subraya el texto.
Por lo tanto, la Comisión eclesial de movilidad humana señala las causas fundamentales del fenómeno: "La migración interna y externa tiene como principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de oportunidades que reclama la creación de fuentes de empleo y reconstrucción del tejido social.
La Iglesia está convencida de que es necesaria y urgente una justa política migratoria que, por un lado, garantice un ordenado, responsable y regulado libre transito de personas, y que vele por los intereses legítimos de nuestra nación".
El texto subraya que los centros de asistencia para los migrantes de la Iglesia han sido objeto de "actos de persecución, criminalización y obstáculos para su labor de asistencia, protección y defensa de los derechos humanos de esta población". Por esta razón, destaca las principales preocupaciones de la Iglesia en la actualidad: la defensa de los derechos humanos de los migrantes, la separación de las familias en la frontera, la amenaza de deportaciones de los Estados Unidos, la política de terror que viven los migrantes, el cambio en la política migratoria que está implementando México (de país que acoge a país que intenta cerrar y expulsar a los migrantes).
La Iglesia recuerda que, "como madre y protectora, tiene la misión profética de elevar su voz en favor de los pobres, y en este momento los migrantes" son pobres entre los pobres ". Por lo tanto, invoca al Espíritu Santo "para iluminar a las autoridades civiles de nuestras naciones para que puedan tomar a los más sabios, más dignos, coherentes y verdaderamente en beneficio de nuestros pueblos", poniendo el bien común y el respeto por el ser humano en primer lugar. El texto está firmado por el Obispo José Guadalupe Torres Campos, Obispo de la Diócesis de Cd. Juárez y presidente de la Comisión para la Movilidad Humana del CEM, y por Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Auxiliar de Monterrey, Secretario General del CEM.
(CE) (Agencia Fides, 24/07/2019)
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