Por: Covadonga Asturias
(ZENIT, 25.06.2021).- A finales de marzo el gobierno social-comunista de España aprobó la eutanasia por medio de la cual se introduce la prerrogativa a pedir al personal sanitario la aplicación directa o asistida de la misma.
La medida afecta a no pocos hospitales católicos. Es el caso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, la Orden de los Religiosos Camilos la Unión de Hospitales Católicos de Madrid, entre otros. Pero están decididos: no aplicarán la eutanasia a nadie: «Acelerar la muerte, ya sea por acción o por omisión de tratamientos y cuidados debidos a cualquier persona al final de su vida o en situación de grave discapacidad, nos parece un daño irreparable que no estamos dispuestos a infringir a nadie. Facilitar una acción suicida o una actuación homicida, aunque esta actuación sea solicitada y aceptada por el propio interesado, es un error, porque supone un desprecio por la dignidad humana», dicen en un manifiesto.
¿Qué proponen? Una ayuda pro activa, efectiva y comprometida ante el impacto de la enfermedad o ante discapacidades: «se debe prestar gran atención al respeto de la voluntad del paciente -voluntades anticipadas de tratamiento-, al respeto a la vida del paciente y al acompañamiento al final de la existencia, a través de programas como los cuidados paliativos o similares».
Los religiosos temen que la eutanasia desmotive a las personas y termine por derivar en eso que el Papa llama la “cultura del descarte”.
Concretamente el Centro San Camilo tiene recogido en Código Ético el rechazo a todo planteamiento que suponga la eutanasia. «Como institución perteneciente a la Iglesia Católica seguimos sus directrices morales y apostamos por cuidar y acompañar a las personas al final de la vida y a sus seres queridos», dice José Carlos Bermejo, delegado general de los Camilos.
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