(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha celebrado este sábado la audiencia jubilar, que desde que empezó el Año Santo de la Misericordia, se realiza una vez al mes. De este modo, miles de personas han recibido al Santo Padre en la plaza de San Pedro, con alegría, entusiasmo y cantos. Desde el papamóvil, el Pontífice ha saludado a los peregrinos allí presentes, venidos de todas las partes del mundo.
Además, según ha informado el diario vaticano el Osservatore Romano en su cuenta de twitter, antes de llegar a la plaza de San Pedro para la audiencia jubilar, el Papa se ha detenido a saludar a un chico enfermo y le ha confirmado.
La catequesis de hoy la ha dedicado a la redención. Así, en el resumen hecho en español, ha indicado que hoy “hemos reflexionado sobre la relación entre la misericordia y la redención”. La palabra redención –ha precisado– hace referencia a la salvación que Dios nos ha procurado mediante la sangre de su Hijo Jesús.
Al respecto, Francisco ha observado que al hombre de hoy le cuesta aceptar la idea de tener que ser salvado por Dios. “Piensa poder salvarse él solo con el poder de su libertad”, ha advertido. Así, el Santo Padre ha señalado que esto no es más que una ilusión: “nuestra vida está marcada por la fragilidad del pecado y por las numerosas esclavitudes que hemos creado en nombre de una falsa libertad”. Por eso, el Pontífice ha asegurado que “necesitamos que Dios nos salve y libere de toda clase de indiferencia, egoísmo y autosuficiencia”. Jesucristo –ha añadido– se ha sacrificado por nosotros para darnos una nueva vida, llena de perdón, amor y alegría.
Finalmente, ha aseverado que “para que tengamos la certeza de que Dios no nos abandona nunca, especialmente en los momentos de más necesidad”.
A continuación, el Papa ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española. A ellos ha recordardo que “Jesús viene a nuestro encuentro en cada uno de nuestros hermanos necesitados, abrámosle nuestro corazón y acojamos su gracia, para que llevemos una vida hecha de amor, de perdón y de alegría”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Santo Padre ha dedicado un saludo especial a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, les ha exhortado a invocar con particular intensidad los nombres de Jesús y de María para que “nos enseñen a amar con plena dedicación a Dios y al prójimo”.
La audiencia ha concluido con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Publicar un comentario