(zenit – 23 abril 2020).- La pandemia del coronavirus provoca situaciones de extrema necesidad entre los más vulnerables, y a la vez despierta al máximo el espíritu de servicio de aquellos que sienten que su vida tiene la misión de brindarse a quien le necesita, porque ve en esa persona al mismo Jesús sufriente.
zenit brinda a través de distintas presentaciones, un panorama del mapa de la crisis que provoca el coronavirus en Estados Unidos entre la comunidad hispana, y la respuesta de la misma comunidad, ante los más desvalidos. A estos efectos hemos solicitado a líderes nacionales su visión sobre esta realidad acuciante.
Washington, DC: necesidades primarias acuciantes
El obispo Mario Dorsonville, colombiano, presidente de la comisión de Migración de la Conferencia Episcopal de EEUU, y obispo auxiliar de Washington, expresa que “en la arquidiócesis de Washington las 43 parroquias al servicio de la comunidad hispana e inmigrantes ha acompañado a esta gran familia de los hijos e hijas de Dios. Las necesidades primarias ya comienzan a ser constantes, como la de los alimentos, salud y muchas veces pagos de alquileres y servicios”.

Por último invita el obispo Dorsonville a que aquellos que estén interesados en vincularse a esta obra de servicio humanitario, se contacten con su parroquia o llamen a Caridades Católicas en la arquidiócesis de Washington al teléfono de emergencias para la COVID-19: 301-453-5560.

Por su parte, Estela Villagrán-Manancero, uruguaya, directora del Ministerio Latino de la arquidiócesis de San Pablo y Minneapolis, en Minnesota, comparte sus sentimientos al ser testimonio de la fortaleza del migrante hispano: “La realidad de nuestro pueblo latino en medio de esta nueva era de vivir me provoca admiración y respeto por la resiliencia del pueblo pobre, el indocumentado, el de las periferias, que lo más preciado que tienen es la fe a ese Dios que nos los abandona. Ahora sí que la comunidad tuvo la oportunidad de ser comunidad unos de otros”.


Sobre el compromiso de la Iglesia con quienes más sufren, explica Villagrán: “Nuestras parroquias son el centro seguro para ir a pedir ayuda. Ninguna de estas familias califica para la ayuda del gobierno. Tampoco pudieron ir al seguro de paro por perder el trabajo. Fuimos bendecidos con el liderazgo de nuestro arzobispo Hebda, que inmediatamente llamó a un equipo de líderes claves, para que comenzaran a buscar fuentes de dinero para ayudar a las parroquias y escuelas católicas: un comité para obtener dinero para nuestras familias indocumentadas. El ejemplo de la Iglesia católica movió a los alcaldes de Minneapolis y San Pablo a dedicar un monto del presupuesto a nuestras familias latinas indocumentadas”, y explica que “en algunas parroquias, abrieron puestos de entrega de comida, y a ciertas horas del día, respetando todas las reglas de distanciamiento social, la gente pasa sin bajar del auto, y se les alcanza una bolsa con comida”.

Desde el Santuario de Schoenstatt en Nueva York, Mercedes Bueno, reporta que “es de todos bien sabido que las epidemias no hacen distinción entre ricos y pobres. Todos somos vulnerables sin importar nuestro estatus social, cuenta bancaria, religión y/o etnia social. Pero el coronavirus expone otra realidad. Los aterradores números de contagios revelan las grandes desigualdades en nuestra sociedad. La notoria escasez económica, que lleva al hacinamiento en las casas y a la falta de seguro médico ha sido un factor determinante en esta pandemia”, manifiesta Blanco.


Al respecto de la crisis y la ayuda que se suscita, manifiesta Mercedes Blanco que “desde llorar a sus muertos hasta la preocupación de cómo mantener a sus vivos, las familias latinas se encuentran en situaciones de extrema dificultad y necesidad. Este es el punto de partida para las respuestas de solidaridad social, entre las cuales se destaca la iniciativa de jóvenes hispanos en Long Island, que pagando de su propio bolsillo compran y distribuyen comida entre las familias afectadas en sus comunidades, como los 170 millones de dólares que la ciudad de Nueva York va a donar para alimentar a sus residentes necesitados durante la crisis. Ciertamente este tipo de respuestas son una bocanada de aire fresco en un tiempo en el que respirar se ha convertido en un artículo de lujo”, remata.
* Fotos del servicio voluntario: Cortesía del Ministerio Hispano de la Arquidiócesis de Baltimore
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