Arzobispo de California pone claras las cosas a Biden y a políticos pro aborto que se declaran católicos sobre el acceso a la Eucaristía

Por: P. Jorge Enrique Mújica, L.C.

El pasado sábado 1 de mayo el arzobispo de una importante diócesis estadounidense, Mons. Salvatore Cordileone, dio a conocer una carta pastoral “sobre la dignidad humana de los no nacidos, la Sagrada Comunión y los católicos en la vida pública”.

“Hace tiempo que siento la necesidad de hacer una declaración clara de la gravedad moral del aborto y de los principios básicos que deben guiar a los católicos, tanto a los ciudadanos particulares como a los que tienen un papel en la vida pública”, dijo el arzobispo de San Francisco. Y añadió: “He estado trabajando en esta Carta Pastoral durante mucho tiempo, pero no quería publicarla durante el año electoral, precisamente para evitar más confusión entre aquellos que lo percibirían erróneamente como una “politización” del tema. Independientemente del partido político en el poder en un momento dado, todos necesitamos revisar algunas verdades y principios morales básicos”.

Aunque Mons. Cordileone asegura que la carta no se dirige a un político en particular, la carta aparece días después en que se adelantó la posibilidad de que en la asamblea de junio de los obispos estadounidenses se emitiera una petición formal para que católicos como el presidente de los Estados Unidos no accediera a la comunión, vista su postura pro aborto y pro ideología de género.

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De hecho, interrogado acerca de algunos políticos afirman que, como católicos, se oponen “personalmente” al aborto, pero no creen que deban imponer sus principios religiosos a los demás, responde el arzobispo: “A veces se oye a destacados católicos afirmar que creen personalmente que la vida humana comienza en la concepción, y que aceptan que ésta es una enseñanza “de fide” de la Iglesia Católica. No lo es. La Iglesia define cuestiones de doctrina religiosa, pero el hecho de que la vida humana comience en la concepción no es una doctrina religiosa. Como se ha indicado anteriormente, es lo que demuestra la ciencia de la biología. Nos oponemos a la eliminación de la vida humana inocente no solamente porque seamos católicos, sino porque la propia razón proclama que se trata de un valor moral fundamental — quizá el valor moral fundamental— que todas las personas deben defender. Es cierto que como creyentes tenemos motivaciones adicionales, las mismas que hacen que la Iglesia Católica sea el mayor proveedor de servicios sociales en todo el mundo. Y muchos de nuestros políticos católicos sacan luz y fuerza de esta visión religiosa cuando tratan de combatir muchas injusticias sociales. Podemos estar orgullosos de sus esfuerzos heroicos. Pero es —como mínimo— incoherente tratar de paliar estos otros males morales mientras se apoya el asesinato de seres humanos inocentes”.

Pero, ¿no deben los obispos interesarse más bien por temas más candentes como el racismo? A esto contestó Mons. Cordileone: “El racismo es ciertamente una cicatriz muy fea que ha manchado nuestra nación a lo largo de su historia. Pero, como mencioné en la Carta, el racismo es una actitud que puede manifestarse de muchas maneras, desde proferir un insulto racial hasta los linchamientos públicos. Todavía nos cuesta aceptar que los linchamientos fueron un comportamiento aceptado durante bastante tiempo en nuestra historia. Ahora nadie cuestiona la maldad del linchamiento, pero si alguien lo hiciera, habría que tomar medidas correctivas similares”.

Tal vez uno de los puntos principales de la actualidad y que tanto incomoda a católicos que ven comulgar a políticos que dicen compartir la misma fe es el hecho de que se les dé la comunión eucarística, no obstante sus posturas públicamente contrarias a la enseñanzas de la Iglesia. ¿Se le debe dar la comunión a una persona así? A esto contesta el arzobispo californiano: “Una vez más, quiero subrayar que el propósito de mi Carta Pastoral es establecer ciertos principios generales, no tratar el caso de personas individuales específicas. Dar el paso que propone su pregunta debe llegar al final de un proceso, cuando todas las demás vías han fracasado, y supone sopesar un conjunto muy complejo de consideraciones. Debe hacerse tanto por el bien de la persona que yerra, porque estamos tratando nada menos que con el destino eterno de esa persona individual, y por el bien de los fieles, muchos de los cuales están confundidos y escandalizados por prominentes católicos que profesan públicamente su fe y sin embargo actúan contra una de las normas morales católicas más básicas. También se debe considerar seriamente lo que realmente moverá al individuo en la dirección de la conversión, y el efecto que tal decisión puede tener en la unidad de la Iglesia, o en la interrupción de dicha unidad”.

Y agrega: “Ciertamente hay un amplio precedente en la historia de la Iglesia para esto, incluso la historia reciente, y si bien el principio moral es muy claro, la decisión a nivel pastoral es muy compleja, y debe sopesar un amplio espectro de factores. Nuestro objetivo debe ser siempre la salvación de las almas, tanto de la persona que yerra como de la comunidad católica en general”.

La carta de Mons. Cordileone se estructura en cuatro puntos centrales: 1) la gravedad del mal del aborto, 2) cooperación en el mal moral, 3) el significado de decidir recibir la Sagrada Eucaristía y 4) la responsabilidad de católico en la vida pública.

La carta puede descargarse íntegramente en español en este enlace.

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