Nairobi (Agencia Fides) – “Estas familias corren el riesgo de sufrir una pandemia de Covid-19 porque están confinadas en espacios congestionados sin mascarillas, no guardan las distancias de seguridad y no tienen agua y jabón para lavarse. Si una persona está contagiada, otras también estarán en riesgo. Existe la amenaza de enfermedades contagiosas como el cólera y también la fiebre tifoidea”. Este es el grito de alarma de Su Exc. Monseñor Paul Kariuki, obispo de Embu, haciendo un sentido llamamiento al gobierno para que reubique urgentemente a los desplazados de la parroquia de Makima actualmente alojados en la escuela primaria de Ndunguni y sus alrededores. El obispo Kariuki también señala que los alumnos de la escuela están perturbados psicológicamente porque no estudian en un ambiente sano y tranquilo.
Unas 800 familias, con un total de 5.000 personas, de las aldeas de Muthithu, Ndunguni, Twanyonyi, Kituneni, Mwanyani y Nunga se han quedado sin hogar el pasado 24 de abril, tras ser desalojadas por la fuerza por agentes de policía en cumplimiento de una sentencia que adjudicaba la controvertida parcela de 66.000 acres a la Autoridad de Desarrollo de los Ríos Tana y Athi (Tarda).
Con la reapertura de las escuelas el 10 de mayo de 2021, los alumnos encontraron familias sin hogar en su escuela.
Monseñor Kariuki subraya que “estos compatriotas nuestros de Kenia merecen respeto. Aunque haya una orden judicial, el gobierno debe actuar como una "madre" que cuida de sus hijos”. Los desalojos se llevaron a cabo durante las lluvias. No había ninguna justificación para desalojar a la gente por la fuerza y destruir sus propiedades. El gobierno debería haberles avisado preparando un terreno alternativo para su reasentamiento. La imagen del gobierno sigue sufriendo mucho mientras estas personas vivan aquí como desplazados internos”.
El 14 de mayo, Mons. Kariuki fue a la escuela primaria de Ndunguni, y distribuyó alimentos, ropa, mantas y otros bienes de primera necesidad, donados por los fieles de la diócesis de Embu. El obispo pudo comprobar por sí mismo la deplorable situación de unas 800 familias, entre las que se encuentran madres lactantes, ancianos, estudiantes, jóvenes sin escolarizar, discapacitados y enfermos, hacinados en aulas congestionadas, obligados a dormir en el suelo entre enjambres de mosquitos.
El comité de gestión de la escuela les ha asignado tres clases, mientras que los alumnos ocupan otras tres. Una clase alberga a nueve familias, otras seis y otros 37 hombres. Los alumnos utilizan tres aulas durante el día, mientras que sus padres las utilizan por la noche.
Los voluntarios han construido dos aseos y cuatro baños, pero son insuficientes para las necesidades de todos. El miembro de la Asamblea del Condado de Makima, Philip Nzangi, dice: "En este momento apenas hay aprendizaje en la escuela. Hemos fusionado alumnos de la clase 5 a los de otras clases. No podemos mantener los protocolos de Covid-19 debido a la aglomeración. Perdimos a un niño de ocho meses por neumonía durante los desalojos, cuando sus padres se refugiaron en el monte mientras llovía. Pedimos al gobierno que reubique a estas familias”.
(J.G.) (L.M.) (Agencia Fides 19/5/2021)
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