«Amar de verdad» Reflexiones bíblicas de Mons. Fernando Chica

(RV).- En el penúltimo programa "Tu palabra me da vida", Monseñor Fernando Chica Arellano reflexiona acerca de lo que es el verdadero amor, y para ello comenta la Primera Carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto en la que el Apóstol escribe que el amor "todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Cor 13,7). 

San Pablo termina el himno a la caridad de Corintios usando estos cuatro verbos para describir la enjundia del amor. En este sentido, el Apóstol dice: el amor «todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Cor 13,7). Remarca así el dinamismo contracultural del amor, capaz de hacer frente a cualquier cosa que pueda amenazarlo. Con estas palabras, lo que en verdad nos está indicando Pablo de Tarso es que amar de verdad es ir hoy a contracorriente. El amor disculpa, cree y confía, espera y soporta. Esto significa que el amor deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar. Y esto es fundamental hoy. No podemos olvidarlo. Para ello, vamos a comentar brevemente este pensamiento paulino:

El amor «disculpa»     

El amor busca siempre lo bueno que hay en cualquier persona, disculpa sus errores, se hace cargo de sus debilidades. Disculpa porque confía en la capacidad de las personas. Nunca hay que negar la posibilidad de la enmienda: «No condenéis y no seréis condenados» (Lc 6,37).

A este respecto, en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, Su Santidad el Papa Francisco indica de forma clara y precisa: «Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen… Tampoco es la ingenuidad de quien pretende no ver las dificultades y los puntos débiles del otro, sino la amplitud de miras de quien coloca esas debilidades y errores en su contexto. Recuerda que esos defectos son sólo una parte, no son la totalidad del ser del otro… Por la misma razón, no le exijo que su amor sea perfecto para valorarlo… El amor convive con la imperfección, la disculpa, y sabe guardar silencio ante los límites del ser amado» (AL, 113).

El amor «cree»

Con esta expresión, San Pablo no se refiere a la fe teologal, la fe en Dios, sino a la confianza mutua. El amor no desconfía, no controla al otro, le deja en libertad, sabe que no le va a traicionar. El amor sin confianza se vuelve control, dominio, falsos celos… que terminan asfixiando. Dice el Santo Padre Francisco en este sentido: «Una familia donde reina una básica y cariñosa confianza, y donde siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros, y hace que espontáneamente se rechacen el engaño, la falsedad o la mentira» (AL, 115). Sin confianza, el hogar es un «lugar de paso».

El amor «espera»       

Muy conectado con el «todo lo cree», está la confianza radical entre los esposos: quien ama no desespera del futuro. Espera que el otro pueda cambiar, como afirma el Sumo Pontífice: «Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día… Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males» (AL, 116).

Quien espera sobrelleva con espíritu positivo las contrariedades. Francisco nos abre la mirada más allá de esta vida. La esperanza cristiana certifica una vida más allá de la muerte… «Allí, completamente transformada por la resurrección de Cristo, ya no existirán sus fragilidades, sus oscuridades ni sus patologías. Allí el verdadero ser de esa persona brillará con toda su potencia de bien y de hermosura» (AL, 117).

El amor «soporta»

Soportar significa sobrellevar con ánimo positivo, sin desaliento, todas las adversidades. No basta con tolerar pasivamente las dificultades, hay que superarlas y seguir luchando, ayudando, amando, seguros de la victoria final de la vida y del amor. Implica una resistencia dinámica y constante, capaz de superar cualquier desafío. Es amor «a pesar de todo», aun cuando el contexto invite a otra cosa.

El Obispo de Roma cita a Luther King, que nos dice que «en el fondo de todas las personas siempre hay algo bueno que es la imagen de Dios» (cf. AL, 118). El que ama sabe ver la bondad que hay en el fondo de todas las personas, incluso de nuestros enemigos, de quienes nos molestan, de quienes nos hacen sufrir. Tenemos que ser capaces de romper la cadena del odio con nuestro amor… inyectar amor en las venas del mundo (cf. AL, 118).

Podríamos hacer un examen de conciencia para ver cómo conjugamos estos cuatro verbos en nuestra vida personal: disculpar, confiar, esperar, soportar. Con estos mismos verbos también podríamos mantener una bella conversación en familia, revisando cómo se vive el amor en el seno del hogar. Debería ser un diálogo franco y abierto. Revisemos la calidad de nuestro amor. Preguntémonos con humildad: ¿Mi amor disculpa y busca lo positivo de la otra persona? ¿Mi amor es confiado y cree en la persona amada? ¿Mi amor espera, a pesar de la contrariedad? ¿Mi amor soporta para romper la cadena del odio con el amor? Y tras las preguntas viene el tiempo de rezar, de pedir fuerzas a Dios para amar y avanzar por sendas nuevas, de esperanza, de comprensión y confianza recíproca.

(Mireia Bonilla para RV)      


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