(zenit – 4 agosto 2020).– Con motivo de la fiesta de san Juan María Vianney, celebrada hoy, 4 de agosto, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, visita el santuario del santo cura de Ars, en Francia.
A las 10 horas el cardenal presidió la Misa y a las 15 h. tendrá lugar una reunión sobre el tema: “El Papa Francisco y los sacerdotes, en camino con el pueblo de Dios”.
Además, según indica Vatican News, el cardenal Parolin inaugurará un itinerario dentro del santuario dedicado al cardenal Emile Biayenda, arzobispo de Brazzaville en el Congo, que murió en 1977, y cuya causa de canonización está en curso.
Patrono de los sacerdotes
San Juan María Vianney, cura de Ars, localidad francesa, es el patrono de los sacerdotes, enamorado de la Eucaristía y maestro de la penitencia. Su popularidad atravesó fronteras ya en vida, debido a su gran labor pastoral en su parroquia, su profunda dedicación como confesor de almas, su devoción a la Virgen María y también gracias a la radical transformación espiritual que vivió toda la comunidad y sus alrededores.
En declaraciones al medio vaticano, el padre Patrice Chocholski, rector del santuario de Ars, expresó que la visita del purpurado “es signo de la universalidad del carisma del Cura de Ars, patrono de los sacerdotes, que nos ayuda a impulsar nuestra misión como pastores del Pueblo de Dios”.
Homilía del cardenal Parolin
En la homilía de la Misa celebrada en el santuario de Ars, el secretario de Estado Vaticano transmitió la cercanía de la oración del Santo Padre, así como su “sincero y cordial saludo” con motivo de esta fiesta litúrgica
Según la misma fuente, el cardenal ha resaltado que Juan María Vianney fue “un sacerdote que con sencillez, ternura, fidelidad a los sacramentos, se conformó a la voluntad de Dios y así siguió el camino de la santidad”.
Se ha tratado de una homilía marcada por los recuerdos del propio prelado, las lecturas del día y la carta que el Papa Francisco escribió el año pasado en el 160° aniversario de la muerte de san Juan María Vianney. El purpurado ha recordado la figura de este presbítero, particularmente apreciada por él porque de niño había leído su biografía.
Comprometido con la salvación de las almas
El representante Vaticano plantea que quizás fue él quien encendió la chispa de su vocación e hizo posible la celebración de su ordenación sacerdotal en Ars en el 40º aniversario de su ordenación sacerdotal.
En esta línea, señaló que la vocación de san Juan María Vianney es ser “un auténtico profeta-guardián”, interesado solo en buscar la conversión y la salvación de los pecadores. De este modo, se convirtió en “la voz resonante de Dios”, con una vida consumida “en total fidelidad y consistencia” hasta el día de su muerte.
Abundantes vocaciones
Refiriéndose al Evangelio de Mateo (9,35-10,1), el secretario de Estado Vaticano expuso también que el santo de Ars “no solo participó en el poder taumatúrgico del Señor, curando y sanando completamente a las personas”, sino que también fomentó abundantes vocaciones.
Del mismo modo, remitiendo a la citada carta del Papa Francisco a los sacerdotes, el prelado exhorta a no dejarnos desanimar por el daño causado “por el comportamiento desviado” de algunos pastores, sino a rememorar que la vocación es “un don gratuito”, “totalmente inmerecido”, que debe ser acogido “con humildad y oración” y por el cual hay que agradecer siempre al Señor.
La ternura del santo
Después, el purpurado ha aludido también al mensaje de Benedicto XVI, con ocasión del 150° aniversario de la muerte del santo cura de Ars, quien “nos enseña a transmitir alegría y esperanza a través del testimonio de nuestra vida personal y a ser constantes y perseverantes en nuestro ministerio”.
Un ministerio nutrido por los sacramentos, la oración, la reconciliación y también por la ternura que San Juan María Vianney tenía hacia los heridos o los que habían pecado.
La santidad, accesible a todos
Por tanto, el cardenal sostiene que ser auténticos significa caminar por el camino de la santidad. Un camino, que como enseña el santo de Ars, está hecho de sencillez, desinterés, pureza de intención y acción, fidelidad a Dios y al Evangelio, a los sacramentos celebrados, compartidos y vividos.
Es la “íntima unión personal con Cristo” la que conduce a adecuar nuestros deseos a la voluntad de Dios, “nos llena de alegría y felicidad, nos ayuda a ser sal y luz del mundo”.
Dar testimonio del amor del Señor es, en consecuencia, el camino para recorrer la senda de la santidad que sigue siendo un camino “accesible a todos”.
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