Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
El huracán Laura llegó a los Estados Unidos, pero afortunadamente perdió su intensidad y el miedo a alcanzar la categoría 4 - extremadamente peligroso - lo degradó a una tormenta tropical. Seis víctimas en Louisiana y Texas, en ambos estados hubo grandes apagones con más de 500 mil personas sin electricidad. Habiendo evitado el peligro de tormentas potencialmente catastróficas e inundaciones repentinas, las autoridades de los Estados Unidos habían, no obstante, alertado a la población y activado varios refugios. Se informó de daños y víctimas en Haití y la República Dominicana, donde el paso de Laura se cobró por lo menos 25 víctimas. Más de cien plataformas petrolíferas fueron evacuadas al Golfo de México como medida de precaución, deteniendo alrededor del 80% de la producción de crudo.
Un territorio ya devastado
"Haití ya ha comenzado de nuevo con todas sus dificultades pero con un pueblo resistente acostumbrado a las catástrofes y al renacimiento", dice Maddalena Boschetti, una misionera genovesa fidei donum, en la isla desde hace varios años. El huracán Laura ha azotado las regiones occidental y sudoriental y la costa meridional sigue en graves dificultades debido a 4 puentes gravemente dañados. "Cayó una cantidad impresionante de agua -dice Magdalena- en un territorio donde no es posible absorber el agua debido a la deforestación, consecuencia de la producción de carbón". La misionera cuenta que los caminos se han convertido en arroyos inundados que se han arrastrado a la gente, aún hoy desaparecidos. En la capital, Puerto Príncipe, dice, no hay sistema de alcantarillado, la basura está al aire libre y con el paso del huracán se crean más dificultades.
Un país fuera de control
"La gravedad de la situación -explica Maddalena- está relacionada con el hecho de que todos estos acontecimientos recaen en un país donde todo está ahora fuera de control, hay una terrible situación de seguridad, el gobierno no tiene un control efectivo de los medios y la situación política y económica está en ruinas". "Hay realidades en el país -dice- que son inimaginables para los que no viven aquí, en las provincias la gente se muere de hambre, en la ciudad se lucha con la violencia y la inseguridad diaria. Todos contra todos". La misionera italiana también cuenta la presencia de bandas que parecen mezclarse con las autoridades locales, creando confusión y haciendo que el país esté cada vez más fuera de control.
Los pobres, las víctimas más afectadas
"Cualquier evento natural que ocurra en tal situación - especifica Maddalena - se convierte en devastador. Los pobres son siempre los que sufren, no sólo lo que es inevitable porque está en todo caso en la fuerza de la naturaleza, sino lo que en realidad debería ser estable porque sería tarea del ser humano actuar por el bien común". La pandemia de coronavirus también complica las cosas. "Los datos que se proporcionan oficialmente -subraya la mujer religiosa- no son convincentes, tienen lagunas. Aquí, sin embargo, la escuela comenzó de nuevo el 17 de agosto y ya hay un aumento del contagio. La gente vive sabiendo que sus vidas están en peligro, no por el Covid-19, sino por el hambre, por los disparos, por las pandillas, por cualquier cosa que pueda suceder durante el día. Está más acostumbrada a estar aquí. Esta es la situación de nuestros pobres y nuestra gente en Haití".
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