En el Evangelio leemos el anuncio que Jesús realiza a sus discípulos. Les explica el plan de Dios que sucede por etapas; pasión, muerte y resurrección. Fijémonos en la reacción de Pedro que trata de disuadir a Jesús. Pedro quiere evitar que su Maestro sufra, que sea condenado a muerte como cualquier criminal de la época. “Eso no te puede suceder a ti”, le dice Pedro a Jesús.
La forma de proceder de Pedro es, en cierto sentido, normal y la esperada. Si nos colocamos en el lugar de Pedro, me atrevo a decir que también nosotros trataríamos de evitar el sufrimiento de nuestro Maestro. Pero el plan de Dios es otro. Nos hace falta agregar un elemento fundamental de nuestra fe. Jesús dice que va a sufrir, que será condenado a muerte y que al tercer día resucitará. El proyecto de Dios no finaliza con el sufrimiento y la muerte, sino que culmina con la victoria de la vida sobre la muerte, de la esperanza sobre la frustración, de la libertad sobre el miedo.
Pedro reacciona de esta manera porque piensa que la muerte tiene la última palabra y por ello actúa desde el temor, desde el miedo. Lo mismo puede suceder con nosotros en los momentos difíciles y de confusión. Podemos pensar que todo acaba en sufrimiento y muerte. Desde esta perspectiva negarse a sí mismo, tomar la propia cruz y seguir a Jesús, es poner la confianza total y absoluta en el Dios y su proyecto.
Te invito a releer tus problemas y dificultades desde la luz de este Evangelio. No es el sufrimiento y la muerte la que tiene la última palabra. Es la Vida y la Resurrección la que tiene el punto y final en nuestra historia.
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