Por: Valentina di Giorgio
(ZENIT News Agency, 06.07.2021).- Como adelantó ZENIT y confirmó la sala de prensa de la Santa Sede, tras la operación del domingo 4 de julio en el Policlínico Gemelli de Roma, el Papa pasará una semana en convalecencia. “Se espera una estancia hospitalaria de unos 7 días, salvo complicaciones”, decía el comunicado del lunes 5 de julio.
Una pregunta que ha surgido en este contexto es “¿qué papel tiene el cardenal camarlengo durante este periodo?”. La pregunta ha aparecido en algunos periódicos dando a entender que durante el tiempo que el Papa pasa en el hospital alguien “le suple”. En realidad, la figura del cardenal camarlengo tiene otras funciones.
Primero que nada hay que mencionar que desde febrero de 2019 el camarlengo de la Iglesia es el cardenal Kevin Farrell, presidente del Pontificio Consejo para Laicos, Familia y Vida. La Constitución Apostólica Pastor Bonus en el n. 171,2 habla de las funciones del camarlengo sólo en casos de sede vacante (es decir, cuando no hay papa, sea por renuncia o por muerte) y también especifica sus funciones, a saber:
“reclamar, también por medio de un delegado suyo, a todas las administraciones dependientes de la Santa Sede las relaciones sobre su estado patrimonial y económico, así como las informaciones sobre los asuntos extraordinarios que estén eventualmente en curso, y a la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede el balance general del año anterior, así como el presupuesto para el año siguiente. Está obligado a someter esas relaciones y balances al Colegio de Cardenales”.
En el n. 171, 1 refiere que está al frente de la Cámara Apostólica, es decir, del departamento donde el camarlengo tiene “el oficio de cuidar y administrar los bienes temporales de la Santa Sede, en el tiempo en el cual esta está vacante”.
El n. 17 de la Constitución Apostólica “Para elegir Pontífice” ahonda un poco más en las funciones, a saber: “Tan pronto como el Prefecto de la Casa Pontificia haya recibido la noticia de la muerte del Papa, el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana debe constatar oficialmente la muerte del Papa en presencia del Maestro de Ceremonias Pontificias, de los Prelados Clérigos de la Reverenda Cámara Apostólica y del Secretario-Canciller de la misma, quienes redactarán el certificado de defunción auténtico; también debe sellar el apartamento privado del mismo Pontífice; comunicar su muerte al Cardenal Vicario, quien lo notificará al pueblo romano con una notificación especial; tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano y, personalmente o por su delegado, de los palacios de Letrán y Castel Gandolfo, y ejercer su custodia y gobierno; establecer, habiendo oído a los Cardenales Jefes de las tres órdenes, todo lo que se refiere al entierro del Pontífice, a menos que éste, en vida, haya manifestado su voluntad al respecto; cuidar, en nombre y con el consentimiento del Sagrado Colegio, de todo lo que las circunstancias recomienden para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para su debida administración”.
Como se puede advertir, la operación del Papa hizo saltar suposiciones pero en realidad sigue siendo él quien ejerce la autoridad plena, mientras permanezca contemporáneamente lúcido. Sí es oportuno entender el papel del camarlengo pero en el contexto no de un papa en el hospital sino de una eventual muerte que, en este caso, como se ha informado, no aplica.
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