Por: Fionn Shiner
(Ayuda a la Iglesia Necesitada – ZENIT News Agency / Níger, África, 16.08.2021).- Un sacerdote que pasó dos años en cautiverio con un grupo yihadista en la región del Sahel, África, reveló cómo “sintió el silencio de Dios” durante su terrible experiencia de dos años secuestrado.
El padre Pierluigi Maccalli, de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), fue secuestrado en Níger, cerca de la frontera con Burkina Faso, contó a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) cómo se sentía abandonado después de su secuestro en octubre de 2018: “A menudo digo que María y el Espíritu Santo me sostuvieron durante ese momento difícil cuando experimenté la noche oscura del alma y sentí el silencio de Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, la oración me fortaleció cada día”.
Al describir los momentos más oscuros de su secuestro, el padre Maccalli comentó: “Llegamos a una cueva y fue allí donde me esposaron a un árbol. Fue un momento muy incómodo. Lloré y clamé a Dios: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’”. Y añade: “Creo que [los terroristas] estaban bien organizados, porque mis secuestradores en Níger eran jóvenes de una zona cercana a Burkina Faso. Al día siguiente de mi secuestro pude verlos telefonear. Sin duda estaban dando detalles sobre mí y recibieron órdenes de llevarme en dirección a Mali. Cuando les pregunté a dónde me llevaban, me dijeron ‘A los árabes’. ‘Los árabes’ eran personas que vivían en Mali. Y de hecho me entregaron a estos árabes, quienes luego me llevaron en automóvil al desierto del Sahara».
El padre Maccalli fue retenido por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes que tiene vínculos con Al Qaeda, el mismo grupo que actualmente retiene a la hermana Gloria Narvaez Argoti, una monja colombiana, secuestrada en Malí en 2017.
El Padre Maccalli dijo: “Todos los días rezo por esta Hermana religiosa, que después de cuatro años y medio todavía permanece en manos de sus secuestradores. Sufrí dos años de prisión y fue mucho tiempo. Ha pasado el doble de tiempo, es mujer y está sola».
El Padre Maccalli visitó Fátima para agradecer a Santa María por su liberación; rezó el rosario todos los días y lo atribuye a su liberación: “Sí, hice un rosario con un trozo de tela, con el velo que me protegía la cabeza del sol, y todos los días rezaba a Nuestra Señora Desatadora de Nudos, confiándole este gran y enredado problema. y pidiéndole que interceda por mi liberación”.
A pesar del alto nivel de persecución contra los cristianos en África, el padre Maccalli confiaba en que la Iglesia tiene un futuro brillante en el continente: “La Iglesia nació de la persecución, desde sus inicios. De cada prueba nace una nueva comunidad, una nueva conciencia. Estoy bastante seguro de que este momento difícil dará frutos de paz, frutos de libertad, frutos de vida nueva”.
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