REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Inspirado en la mujer cananea, a quien Jesús en un primer momento parece no escuchar su grito de dolor, Y sin embargo esta madre no se desanima, sino que insiste en su invocación rogando que le cure a su hija, Francisco dijo en el Angelus que este: “¡Señor, ayúdame!” con perseverancia y valentía, es el coraje que se necesita en la oración.
Y explicó que “este episodio evangélico nos ayuda a entender que todos necesitamos crecer en la fe y fortalecer nuestra confianza en Jesús. Él puede ayudarnos a encontrar la vía cuando hemos perdido la brújula de nuestro camino; cuando el camino no parece más llano, sino duro y difícil; cuando es agotador ser fiel a nuestros compromisos”.
El Obispo de Roma recalcó que “es importante alimentar día a día nuestra fe, con la escucha atenta de la Palabra de Dios, con la celebración de los Sacramentos, con la oración personal como un "grito" hacia Él, "¡Señor, ayúdame!" y con actitudes concretas de caridad hacia el prójimo”.
Francisco dijo que el Espíritu Santo infunde audacia en los corazones; da al testimonio cristiano la fuerza de la convicción y de la persuasión; anima a vencer la incredulidad hacia Dios y la indiferencia hacia nuestros hermanos”.
Y le pidió a la Virgen que “nos obtenga una fe fuerte, llena de amor, y un amor que sepa hacerse súplica, súplica valiente a Dios”.
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