(ZENIT – 4 enero 2019).- Sobre Migración Internacional, el Papa Francisco ha enfatizado que, si bien la migración es un “fenómeno natural”, existe el “derecho previo a vivir con dignidad y seguridad en el país de origen”, declaró el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, el pasado 11 de diciembre de 2018 en Marrakech, en la Conferencia Intergubernamental para adoptar el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
La conferencia se convocó bajo los auspicios de la Asamblea General de las Naciones Unidas y se llevó a cabo de conformidad con la resolución 71/1 de 19 de septiembre de 2016, titulada Declaración de Nueva York para los Refugiados y Migrantes, que decidió iniciar un proceso de negociaciones intergubernamentales que conduzca a la adopción del Pacto Mundial sobre Migración.
La Santa Sede “apela a los gobiernos y la comunidad internacional en su conjunto, para fomentar aquellas condiciones que podrían permitir que las comunidades y los individuos vivan con seguridad y dignidad en sus propios países”, anunció Mons. Parolin.
Derecho a no migrar
El derecho a no migrar –añadió el representante de la Santa Sede– solo se puede disfrutar si los factores adversos y los factores estructurales que obligan a las personas a abandonar su país de origen se controlan y minimizan efectivamente. “Conflictos, las guerras, el cambio climático, y la pobreza extrema con su serie de miserias inevitablemente obligarán a muchas personas a la migración insegura, desordenada, e irregular, por lo cual no es una opción, sino un acto de desesperación”, recordó el obispo Parolin.
El Secretario de Estado del Vaticano señaló en su discurso que el Pacto Mundial para la Migración da a los países el espacio para responder a sus circunstancias nacionales y prioridades, “en pleno respeto del derecho internacional y de los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estado”.
“Su implementación –observó Parolin–ayudará a todos los gobiernos, así como a las entidades no gubernamentales, incluyendo organizaciones basadas en la fe, colectivamente para gestionar la migración de una manera más segura, ordenada, y de manera regular, algo que ningún Estado puede lograr solo”.
Cuatro acciones
La visión del Papa Francisco sobre la migración internacional se puede resumir en los cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar; “cuatro acciones que encontramos fundamentales en las mejores prácticas y compromisos que comprende el Pacto Mundial sobre Migración”, ha matizado Card. Parolin.
Así, el Santo Padre ha dedicado gran parte de su pontificado a “crear conciencia sobre la difícil situación de migrantes, así como la urgencia moral de atender a los desplazados y de responder a las causas fundamentales de su desplazamiento. En particular, se ha centrado en las situaciones más vulnerables, incluyendo los niños y jóvenes migrantes”, ha añadido el Secretario del Estado Vaticano.
Las modalidades de la Conferencia sobre el Pacto Mundial para la Migración se detallan en las resoluciones 71/280, de 6 de abril de 2017, 72/244, de 24 de diciembre de 2017 y 72/L.67, de 31 de julio de 2018.
A continuación ofrecemos la intervención completa del Card. Pietro Parolin, Secretario del Estado Vaticano:
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Discurso en el debate general de la conferencia del Cardenal Pietro Parolin
Intervención del Primer Diálogo de la Conferencia
Señor Secretario General, Señora Presidenta de la Asamblea General, Señora Secretaria General de la Conferencia, Señor Presidente.
Me complace ofrecerles los buenos deseos de Su Santidad, el Papa Francisco y, en su nombre, damos la bienvenida a la adopción formal del Pacto Mundial Para la Migración Segura, Ordenada, y Regular. Al mismo tiempo, también deseo expresar mi gratitud a Su Majestad el Rey Mohammed VI, Rey de Marruecos, por invitar y hospedar gentilmente a nuestra delegación hoy aquí.
También agradecemos a la Secretaria General de la Conferencia, Madame Louise Arbour, y las Delegaciones de la Conferencia Misiones permanentes de México y Suiza ante las Naciones Unidas por su liderazgo en llevando este proceso intergubernamental a su conclusión exitosa.
Señor presidente,
La adopción del Pacto Mundial sobre Migración llega en un momento crítico de la historia. La migración siempre ha sido una respuesta natural a las crisis y al deseo innato de mayor oportunidades, para una vida más plena con mayor libertad, paz, y seguridad. Cada más personas están en movimiento como nunca hasta la fecha. Mientras que la mayoría de la migración sigue siendo regular, cada vez más personas están siendo limitados por factores adversos para abandonar sus hogares. Esto a menudo conduce a involuntario e inseguro desplazamientos irregulares que sitúan a los migrantes y sus familias en situaciones de vulnerabilidad, presentando desafíos importantes para los países de origen, tránsito, y destino.
Para lograr estos objetivos, el Pacto Mundial para la Migración, aunque no es legalmente vinculante, incluye un marco integral de mejores prácticas e instrumentos de política para aumentar cooperación internacional y el reparto de responsabilidades en la gobernanza de la migración en todos sus dimensiones. Lo hace dando a los países el espacio para responder a sus circunstancias nacionales y prioridades, en pleno respeto del derecho internacional y de los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estado. Su implementación ayudará a todos los gobiernos, así como a las entidades no gubernamentales, incluyendo organizaciones basadas en la fe, colectivamente para gestionar la migración de una manera más segura, ordenada, y de manera regular, algo que ningún Estado puede lograr solo.
Señor presidente,
El Papa Francisco ha dedicado gran parte de su pontificado a crear conciencia sobre la difícil situación de migrantes, así como la urgencia moral de atender a los desplazados y de responder a las causas fundamentales de su desplazamiento. En particular, se ha centrado en las situaciónes más vulnerables, incluiendo los niños y jóvenes migrantes. Su visión de la migración internacional se puede resumir en los cuatro verbos: acoger, proteger, promover, e integrar, cuatro acciones que encontramos fundamentales en las mejores prácticas y compromisos que comprende el Pacto Mundial de Migración.
También ha subrayado que una respuesta digna a la migración debe ser razonable, que los gobiernos determinan prudentemente su capacidad real para una integración significativa. La integración es un proceso bidireccional en el que los migrantes deben respetar las leyes, la cultura, y las costumbres locales de lpaís que los recibe, mientras que los países anfitriones deben respetar las tradiciones y culturas de los migrantes.
A través de la acogida y la prudencia mutuas, el aumento de la xenofobia y el racismo puede abordarse de manera efectiva.
El Papa Francisco también ha enfatizado que, si bien la migración es un fenómeno natural, existe el derecho previo a vivir con dignidad y seguridad en el país de origen. La Santa Sede apela a los gobiernos y la comunidad internacional en su conjunto, para fomentar aquellas condiciones que podrían permitir que las comunidades y los individuos vivan con seguridad y dignidad en sus propios países.
El derecho a no migrar solo se puede disfrutar si los factores adversos y los factores estructurales que obligan a las personas a abandonar su país de origen se controlan y minimizan efectivamente. Conflictos, las guerras, el cambio climático, y la pobreza extrema con su serie de miserias inevitablemente obligarán a muchas personas a la migración insegura, desordenada, e irregular, por lo cual no es una opción, sino un acto de desesperación.
Al encontrar soluciones sostenibles a los conflictos y el subdesarrollo, disminuiríamos enormemente la migración forzada, insegura, desordenada e irregular.
Señor presidente,
La Santa Sede ya ha iniciado el proceso para encontrar las formas más eficazes con las que las instituciones de la Iglesia Católica y las organizaciones de inspiración Católica de todo el mundo puedan utilizar el compendio de mejores prácticas y recomendaciones del Pacto Mundial que ejemplifican la acogida, la protección, la promoción, y la integración de los migrantes. En este sentido, vale la pena reconocer el papel y las contribuciones que las religiones y las organizaciones religiosas ofrecen en este contexto, apoyando los esfuerzos de la comunidad internacional, tal como se expresan en el Pacto Mundial, mientras reciben el debido respeto por su autonomía como instituciones religiosas.
Si bien algunos Estados han decidido no participar en el proceso o en esta Conferencia Intergubernamental, la Santa Sede está convencida de que los enormes desafíos que plantea la migración se enfrentan mejor a través de procesos multilaterales en lugar de políticas aislacionistas.
La Santa Sede, mientras vota de conformidad con su naturaleza y misión particular para el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada, y Regular, presentará sus reservas a su debido tiempo, específicamente sobre aquellos documentos en el Pacto que contienen terminología, principios, y directrices que se encuentran lenguaje no acordado, incluidas ciertas interpretaciones ideológicas de los derechos humanos que no reconocen el valor y la dignidad inherentes a la vida humana en cada etapa de su inicio, desarrollo, y fin.
Señor presidente,
A través de su enfoque prudente, de “360 grados”, considerando todos los factores involucrados en la gobernanza de la migración, el Pacto Mundial, sin ignorar los muchos desafíos y oportunidades que cada Estado y migrantes enfrentan en su viaje compartido, le da a los Estados la oportunidad de mejorar sus respectivas políticas de migración y, en conjunto, la gestión internacional de la migración.
Por estas razones, el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada, y Regular es un avance significativo en la responsabilidad compartida de la comunidad internacional de actuar en solidaridad con las personas en movimiento, especialmente aquellos que se encuentran en situaciones muy precarias. Se lo agradezco.
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Intervención del Primer Diálogo de la Conferencia
Señor presidente,
En este diálogo, dedicado a promover la acción sobre los compromisos del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada, y Regular, la Santa Sede desea centrarse sobre todo en dos de esos compromisos, que considera entre los más fundamentales e indispensables si la comunidad internacional responderá adecuadamente a los desafíos y oportunidades que enfrentamos ante el aumento de los flujos migratorios.
El primero es el compromiso con la paz y el desarrollo. Si queremos cumplir nuestro compromiso de hacer que la migración sea voluntaria y segura, ordenada y regular, debemos abordar las causas fundamentales de los flujos migratorios. Como se indica claramente en el párrafo 13 del Pacto Mundial, del cual la Santa Sede se enorgullece de ser un contribuyente principal: “Debemos trabajar juntos para crear condiciones que permitan a las comunidades e individuos vivir seguros y dignos en sus propios países”. Por lo tanto, deben abordarse las respuestas adecuadas a los impulsores adversos de la migración, especialmente los conflictos violentos y la pobreza extrema.
Estas soluciones no deben considerarse responsabilidad exclusiva del país de origen. La comunidad internacional también debe ayudar si queremos asegurarnos de que aquellos que se ven obligados a huir puedan permanecer en sus países de origen en paz y seguridad. Las situaciones de violencia, condiciones de vida inhumanas, y dificultades económicas, así como los desastres naturales y la degradación del medio ambiente, afectan no solo a los países donde surgen, sino también a los países de tránsito y destino. Esto no es solo una cuestión de cumplir con los compromisos de proporcionar asistencia internacional para el desarrollo y ayuda humanitaria, sino que también implica el compromiso con el desarrollo humano integral de cada individuo, que brinda a cada persona las condiciones y oportunidades básicas para vivir una vida digna. Pocos se irían si tuvieran acceso a trabajos, educación, atención médica, y otros bienes y servicios básicos que son fundamentales para el cumplimiento y el bienestar básico de cada persona.
También son esenciales para la estabilidad los derechos fundamentales para poder practicar su religión libremente, sin temor a la persecución o discriminación. Igualmente en su importancia es el derecho a la participación política y la libertad de expresión. Estas preocupaciones forman parte integral del “derecho a permanecer”.
El segundo compromiso es la integración. Aquellos en movimiento deben ser bienvenidos y tratados con dignidad, incluso si se determina más adelante que deben ser devueltos a su país de origen.
Según lo establecido en el Pacto Mundial, todos los migrantes, independientemente de su estado, deben tener garantizado el debido proceso y recibir una evaluación individual que determinará su estado. En el caso de los niños y las víctimas del tráfico humano, tales medidas son cruciales si queremos responder adecuadamente a sus necesidades y asegurarnos de que no se encuentren en la misma situación que intentaron dejar atrás. Debemos dar preferencia a las políticas que favorecen la reunificación familiar y evitan su separación durante el proceso de migración, mientras trabajamos para poner fin a la práctica de la detención, en particular de los menores.
Para aquellos a los que se les otorga un estado regular y la posibilidad de permanecer en el país de destino, ya sea de manera temporal o permanente, es importante enfatizar que la integración no es simplemente una asimilación ni una incorporación, sino un proceso de dos vías enraizado en el reconocimiento mutuo de Igualdad fundamental y dignidad de todos. Este enfoque también ayudará a contener la marea del racismo y la xenofobia. Los que llegan son, como subraya el Papa Francisco, “el deber de no cerrarse de la cultura y las tradiciones del país receptor, respetando sobre todo sus leyes”. Al mismo tiempo, la integración “no es la superposición de una cultura sobre otra”, ni el aislamiento mutuo, con el riesgo insidioso y peligroso de “crear guetos”. Es más bien un enriquecimiento mutuo basado en el respeto mutuo e interpersonal. Estos dos objetivos requieren una respuesta urgente por parte de la comunidad internacional. Dado que es muy probable que las migraciones, incluso las migraciones masivas, continúen en los próximos años, consideramos necesario ampliar los canales regulares y seguros de emigración a través de políticas generosas y responsables, inspiradas en la solidaridad y la corresponsabilidad.
Señor presidente,
La paz, el desarrollo, y la verdadera integración son fundamentales para garantizar la implementación del Pacto Mundial. Al igual que los “sujetalibros”, estos dos compromisos mantienen los otros compromisos de manera recta y ordenada, desde minimizar los impulsores adversos de la migración a través de la paz y el desarrollo hasta una conclusión exitosa del proceso migratorio en la integración armoniosa del migrante en el país nueva patria.
Gracias, señor presidente.
© Traducción de Zenit, Richard Maher
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