Por: Enrique Villegas
(Zenit 20.04.2021) El 19 de abril se anunció la creación de la así llamada “Super League”, un campeonato paralelo a los organizados por la UEFA (Union of European Football Associations): la conocida Champions League y el no menos conocido Europe League. En su web oficial el nuevo torneo es presentado así: “The Super League es una nueva competición europea en la cual se enfrentan 20 grandes clubes, 15 son clubes fundadores y 5 se clasifican cada año. Habrá dos grupos de 10 clubes cada uno jugando partidos de ida y vuelta. Reuniendo a los mejores clubes y jugadores del mundo, the Super League ofrecerá un fútbol de una emoción y una intensidad jamás visto hasta hoy”.
Entre los equipos presentados como fundadores por la prensa deportiva estaban el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid, el Manchester United, el Liverpool, el Tottenham, el Chelsea, el Manchester City, el Arsenal, la Juventus AC, el Milan y el Inter de Milán.
El anuncio, sin embargo, no fue recibido con euforia. Todo lo contrario. A las críticas que llegaban desde la UEFA, desde las federaciones de fútbol de diferentes países e incluso desde distintos gobiernos, se sumó una crítica hecha artículo en las mismísimas páginas del periódico del Papa: L´Osservatore Romano.
En un artículo titulado “En la Super Liga de los ricos sólo pierde el deporte” el autor aborda claramente la cuestión planteándola de esta manera: “El proyecto de constituir una Super Liga continental de clubes prestigiosos, campeones y sobre todo ricos, se concretó. Ya en el 2019 había hablado de esto Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, después de la enésima estratosférica campaña de adquisición de galácticos (era el año en que llegaron al club nada menos que Cristiano Ronaldo y Kaká) pero ahora se pasó a los hechos, con el anuncio oficial: doce clubes, autoproclamándose los mejores, financiados por una gran banca internacional de negocios, disputarán su campeonato, la Super Liga Europea. Que para decir verdad de europea tiene poquísimo, visto que se han adherido, por ahora, los clubes de solamente tres naciones: España, Inglaterra e Italia”.
A continuación el autor del artículo realiza una crítica partiendo del contraste entre el deporte al que llama “deporte menor” y el mundo del fútbol profesional: “Mientras todo el deporte menor ha sido obligado a interrumpir toda actividad durante estos meses de dramática pandemia, el fútbol profesional encontró el modo de continuar haciendo espectáculo. ¿Un signo de normalidad para ofrecer a una sociedad cansada? Sobre todo la necesidad de no perder lo que viene de la TV de paga. Dinero vital para pagar contratos estratosféricos. Y si esta es la gallina de los huevos de oro, ¿por qué no explotarla al máximo posible? La Super Liga no es otra cosa que esto: un modo poco elegante, de hecho decididamente cínico, de hacer más dinero”.
“Mucho dinero termina por arruinar todo. Incluso las cosas más bellas. Porque el dinero, la posibilidad de poder comprarlo todo o casi todo, es lo contrario a los sueños”, anota el autor del artículo publicado en las páginas del periódico vaticano. Y nos deja esto para pensar: “Que el dinero habría también arruinado el mundo del fútbol se sabía desde hace tiempo, desde las primeras adquisiciones de futbolistas con cifras desconsideradas para la dictadura de la tv de paga”.
Con informaciones de thesuperleague.com y L´Osservatore Romano.
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