Port Moresby (Agencia Fides) – “La inculturación es un pilar de nuestro trabajo: debemos utilizar el mismo lenguaje de la gente para que el anuncio del Evangelio pueda entrar en los corazones y en las conciencias. Sólo así el mensaje de Jesús puede encontrar aceptación en sus vidas”. Así lo afirma la hermana Chiara Colombo, misionera de la Inmaculada Concepción, en una conversación con la Agencia Fides, al hablar del compromiso misionero en Papúa Nueva Guinea y de los retos a los que se enfrentan diariamente las religiosas en el país.
La hermana Chiara Colombo vive desde 2016 en Kiriwina, la mayor de las islas Trobriand, situada a unos 200 kilómetros al norte del extremo sureste de la isla de Papúa. Aquí, ella y sus hermanas apoyan las actividades de las dos parroquias, cada una de las cuales cuenta con seis comunidades cristianas: visitas a los pueblos, atención pastoral, catequesis y trabajo de prevención sanitaria. “La vida aquí no siempre es fácil”, dice la hermana Chiara, “si llueve tienes agua, si no llueve no la tienes como todo el mundo. La electricidad depende de los paneles solares o del gasóleo que llega por barco a las distribuidoras de la costa y que se vende en tanques en el interior. Los servicios son sólo básicos y la sensación es que el gobierno no hace lo suficiente para garantizarlos”. En Kiriwina el servicio de salud también es deficiente: “En el hospital”, informa la religiosa, “no hay médicos, sólo enfermeras y paramédicos, con un stock de medicinas que sólo frenan enfermedades como la malaria y la disentería”.
Luego están los nuevos retos: una población que crece, de tres a ocho millones en cuarenta años, mientras que el 40% de los habitantes son menores de quince años. “Los jóvenes”, dice la misionera, “luchan por encontrar su lugar en una sociedad muy contradictoria: rica en recursos pero de los que se aprovechan solo las empresas extranjeras; fascinada por el progreso pero incapaz de garantizar una educación a la mayoría de sus jóvenes. Las escuelas no son numerosas y, por lo tanto, son selectivas. Pocos consiguen acceder a los grados superiores”.
En la capital, Port Moresby, y en la ciudad de Kerema, las hermanas dirigen dos escuelas secundarias. En Watuluma, en la isla de Good Enough, también hay un centro de formación profesional donde los alumnos aprenden a ser carpinteros, mecánicos y electricistas a lo largo de tres años. Los jóvenes son nuestra prioridad”, dice la hermana Chiara, “queremos formar ciudadanos que sean capaces de rentabilizar su tierra respetando el ecosistema en el que viven”.
A la pregunta de si en Papúa Nueva Guinea también hay lugar para el primer anuncio del Evangelio, la hermana responde “En este frente tenemos dos retos: uno es la fragmentación entre las distintas confesiones cristianas, agravada por el continuo surgimiento de nuevas sectas, con la consiguiente división dentro de las comunidades y de las propias familias. La otra es la persistencia de supersticiones ancestrales: el anuncio de Cristo –concluye la hermana Chiara - pretende salir al encuentro de los elementos de la cultura tradicional que no están en consonancia con el Evangelio, potenciando en cambio los aspectos positivos”.
(ES) (Agencia Fides 17/4/2021)
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