AMÉRICA/COLOMBIA - Los misioneros de la Consolata: “Apoyar los esfuerzos de las comunidades indígenas para reaccionar ante la condición de abandono y degrado”

Cartago (Agencia Fides) – “Desde hace tiempo todo el territorio de la Diócesis de Cartago vive una situación social muy problemática caracterizada por la degradación y la inseguridad. Sus causas se encuentran, por un lado, en los proyectos de empresas nacionales e internacionales -orientados a la creación de un gran puerto en el Océano Pacífico- y en la presencia del narcotráfico. La situación también se ve agravada por la presencia de grupos armados ilegales. También se producen numerosos episodios de delincuencia común. Así lo informa a la Agencia Fides el padre Carlos Alberto Zuluaga, misionero de la Consolata, al hablar del compromiso misionero en Colombia y de los retos a los que se enfrentan diariamente los religiosos.
La diócesis de Cartago está situada en la selva amazónica, en el departamento colombiano del Valle del Cauca, a unos 200 kilómetros al norte de la capital, Bogotá. El territorio tiene una superficie de 4.500 kilómetros cuadrados y cuenta con 59 parroquias. Tiene una población de 417.000 habitantes y se caracteriza por la presencia de pueblos indígenas y una notable biodiversidad. Es una de las zonas más atormentadas por el largo conflicto entre el ejército, las FARC y los paramilitares y por el narcotráfico”, señala el padre Carlos, “años de guerrilla, deforestación y explotación incontrolada de los recursos del subsuelo han creado un contexto, tanto social como natural, agotado y desgarrado en el que es necesario reintroducir progresivamente la confianza, la planificación y la idea de cuidado tanto en las relaciones entre las personas como en las que se mantienen con el medio ambiente”.
Desde 2005, los misioneros acompañan a la población indígena de los Embera Chami con un trabajo evangélico de promoción humana: “El trabajo pastoral incluye la formación de líderes para fortalecer su capacidad de orientar, organizar y apoyar los esfuerzos de la comunidad para reaccionar ante la condición de abandono y degradación. La formación medioambiental forma parte de un programa más amplio que también incluye formación sobre derechos humanos, artesanía e identidad cultural”, explica.
En este ámbito, los misioneros de la Consolata están llevando a cabo algunos proyectos: “La formación para la paz en la Amazonia colombiana a través de la pedagogía del cuidado -explica el padre Zuluaga- tiene como objetivo identificar las situaciones de conflicto o violencia y formar a los jóvenes en la escucha, el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos. También estamos trabajando para reforzar el servicio de radio comunitaria, con el fin de llegar incluso a las comunidades más alejadas y aisladas para informar sobre los servicios de salud y educación, sobre las iniciativas de utilidad pública en curso”.
La concienciación sobre la salud es una iniciativa que se puso en marcha el año pasado y que ahora entra en su segunda fase: “Bajo la dirección de un médico nutricionista y un experto en medicina tradicional -subraya el padre Carlos- el proyecto pretende educar, por ejemplo, en el uso correcto del agua y cómo purificarla. A continuación, tenemos previsto profundizar en las cuestiones sanitarias que se introdujeron en la primera fase y elaborar con las comunidades soluciones compartidas a los problemas de salud pública. Por último, seguimos apoyando el trabajo de nuestros misioneros con el pueblo Emberá Chami. La formación organizativa y la vida digna de estas comunidades -concluye- portadoras de heridas históricas y víctimas del conflicto armado en Colombia forma parte de las iniciativas destinadas a crear una conciencia y un conocimiento de su historia, cultura y riqueza”.
(ES) (Agencia Fides 30/4/2021)


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