(ZENIT – 8 nov. 2018).- Francisco ha reflexionado en la Misa matutina a partir del Evangelio según San Lucas (Lc 15, 1-10), que parte del testimonio que da Jesús: publicanos y pecadores se acercan a Él para escucharlo y Él come con ellos, a pesar de las murmuraciones de los escribas y fariseos.
Así, el Santo Padre ha centrado su homilía pronunciada hoy, 8 de noviembre de 2018, en la Residencia de Santa Marta, en tres conceptos: El testimonio, el murmullo y la pregunta, señala ‘Vatican News’ en español.
Testimonio
“Testimoniar nunca en la historia es fácil, ni para los testigos -quienes muchas veces pagan con su martirio- ni para los poderosos”. Asimismo, Francisco ha expresado que el testimonio siempre “rompe un hábito” y “te pone en riesgo”.
Así lo ha explicado: “Ser testigo es romper un hábito, una forma de ser…. Romper para mejor, cambiarlo. Por eso la Iglesia avanza con sus testimonios. Lo que atrae es el testimonio, no son las palabras las que ayudan, sino el testimonio lo que atrae y hace crecer a la Iglesia. Y Jesús testifica”.
“Es algo nuevo”, ha afirmado el Papa, “pero no tan nuevo porque la misericordia de Dios también estaba presente en el Antiguo Testamento”, ha aclarado. “Nunca entendieron – estos doctores de la ley – lo que significaba: ‘Misericordia quiero y no sacrificios’. Lo leyeron, pero no entendieron lo que era la misericordia. Y Jesús, con su manera de actuar, proclama esta misericordia con su testimonio”.
Murmuro
El Papa pone en guardia contra el pecado de murmurar, “nuestro pan de cada día” –ha observado– a nivel personal, familiar, parroquial, diocesano y social.
“¿Cuánto se murmura en las parroquias? con tantas cosas…”, ha advertido el Pontífice, afirmando que cuando hay “un testimonio que no me gusta o una persona que no me gusta, el murmullo se desata inmediatamente”.
“¿Y en la diócesis?” ha hecho reflexionar el Papa. “Las luchas intradiocesanas… las luchas internas de las diócesis, ustedes las conocen. Y también en política. Y eso es malo”, ha indicado Francisco, haciendo hincapié en que cuando un gobierno no es honesto, trata de ensuciar a sus oponentes con murmuraciones: ya sea difamación, calumnia, siempre se está buscando algo.
Pregunta
La “pregunta de Jesús” a la que se refiere el Obispo de Roma se trata de “una laguna para no mirar a la realidad, para no dejar que la gente piense”. Jesús lo sabe, pero es bueno y “en vez de condenarlos por murmurar”, hace una pregunta.
Jesucristo “usa el mismo método que ellos”, que es hacer preguntas. La diferencia es que ellos preguntan para poner a prueba a Jesús, “con mala intención”, “para hacerlo caer”: por ejemplo, con preguntas sobre los impuestos que hay que pagar al imperio o sobre el repudio a una esposa. Jesús utiliza el mismo método pero con una finalidad diferente.
“El testimonio, que interpela y que hace crecer a la Iglesia”, el murmullo, que es “como un guardia interior para que el testimonio no me haga daño”, y “la pregunta” de Jesús, así ha resumido el Pontífice su mensaje.
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