Kabul (Agencia Fides) - “Los cristianos estamos llamados a mirar los hechos con realismo, pero nunca debemos dejarnos abrumar por el pesimismo: podemos aprender a leer, incluso en los detalles aparentemente insignificantes, signos de esperanza. El hecho de que las conversaciones de paz entre el Gobierno y los talibanes se iniciaran el 12 de septiembre me parece uno de estos signos: ese día los cristianos celebramos el Santísimo Nombre de María. Para quienes no creen, esto puede ser pura coincidencia, pero para quienes creen, es motivo de esperanza. El 13 de octubre de 2017, en el centenario de la última aparición de la Virgen en Fátima, la comunidad cristiana en Afganistán quiso consagrarse al Inmaculado Corazón de María y, al mismo tiempo, también quiso consagrar el país en el que, aunque casi de puntillas, vive y trabaja.
Puede parecer extraño haber consagrado a Nuestra Señora un país totalmente islámico, pero María es la madre de todos, incluidos los musulmanes, que entre otras cosas le brindan un gran respeto. Y si es la madre de todos, la Virgen seguramente estará tejiendo las redes de la paz entre sus hijos, también entre los afganos”. Esta es la perspectiva de esperanza expresada a la Agencia Fides, con motivo de la Navidad, por el p. Giovanni Scalese, sacerdote barnabita, responsable de la Missio sui iuris en Afganistán.
Tras el Acuerdo de Doha del 29 de febrero de 2020 entre Estados Unidos y los talibanes, el 12 de septiembre comenzaron las conversaciones de paz intra-afganas, es decir, entre el Gobierno y el movimiento talibán: tal evento, a pesar de las dificultades, según el barnabita, “representa una señal muy positiva para un país que vive desde hace casi cuarenta años en un estado de conflicto permanente”.
Las conversaciones, por el momento, no han llevado a un “alto el fuego” entre las partes. La violencia continúa y los ataques se repiten a diario y, la mayoría de las veces, sin reivindicaciones: “esto significa que algunos no quieren la paz en Afganistán. Además, Estados Unidos ha confirmado la retirada parcial de sus tropas a partir del 15 de enero de 2021. El compromiso de los demás países involucrados en la misión de 'Resolute Support' de la OTAN ciertamente disminuirá. Estos países también reducirán su contribución financiera al gobierno de Kabul: esto pondrá en grave peligro el funcionamiento de un estado que no puede contar con otros recursos”, explica el p. Scalese.
Según el barnabita, las perspectivas para el futuro de Afganistán son preocupantes: “miramos al mañana con gran incertidumbre. Por otro lado, no se puede pensar que una situación como la de los últimos veinte años pueda perpetuarse indefinidamente: tarde o temprano es necesario encontrar una solución”, concluye.
La presencia católica en Afganistán fue admitida a principios del siglo XX como una simple asistencia espiritual dentro de la Embajada de Italia en Kabul. De hecho, en el país, el islam es reconocido como religión estatal y la conversión a otras religiones puede enmarcarse con el crimen de apostasía. En 2002, Juan Pablo II estableció la “Missio sui iuris” en el país. Hoy la misión católica, encomendada al padre barnabita Giovanni Scalese, sigue teniendo su base en la estructura diplomática. Además, las Misioneras de la Caridad y la asociación interreligiosa “Pro Bambini di Kabul” trabajan en la capital afgana.
(LF-PA) (Agencia Fides 22/12/2020)
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