Bamenda (Agencia Fides) – “La Iglesia, fundada por Cristo, Príncipe de la Paz, no puede eludir su misión de llevar la concordia a las sociedades en las que vive. Hace un año se iniciaron en Yaundé las conversaciones que deberían haber conducido a una tregua y a la reconciliación. Desde entonces no ha cambiado mucho, pero seguimos rezando, esperando y siendo esa referencia constante para todos en la búsqueda de la paz”. Así explica a la Agencia Fides, Mons. Andrew Nkea Fuanya, arzobispo de la archidiócesis metropolitana de Bamenda, la situación de Camerún, en particular en las regiones anglófonas, suspendidas desde hace años en un limbo entre la independencia y el unionismo en el que proliferan los conflictos, la violencia extrema, la pobreza y el terror.
Ya son cinco años de conflicto entre el gobierno central y los combatientes separatistas que, en las zonas occidentales del país, cercanas a Nigeria, piden formar su propio estado, la República de Ambazonia. La situación ha provocado hasta ahora miles de muertos, ha obligado a huir a 800.000 personas, ha dejado a los niños sin escuela y ha reducido hasta el agotamiento una zona rica en recursos, con tres millones de personas en plena emergencia humanitaria.
En 2020 surgieron nuevas esperanzas cuando Sisiku Julius AyukTabe, líder de una de las facciones independentistas, fue sacado de la prisión central de Kondengui, en Yaundé, y llevado al centro nacional de la Conferencia Episcopal, a pocos kilómetros de distancia, para reunirse con miembros del ejecutivo y explorar la posibilidad de un alto el fuego.
“No ha pasado mucho - continúa el arzobispo -, desde que iniciaron las primeras conversaciones hace exactamente un año. Los separatistas en las celdas han puesto algunas condiciones: quieren que los militares vuelvan a los cuarteles, que todos los presos políticos sean liberados y que el gobierno declare el fin de la guerra. Pasos que no son fáciles de conceder, por lo que las cosas van muy despacio. Pero las divisiones que existen entre los separatistas lo hacen todo más difícil. Es complicado seguir adelante, establecer un verdadero diálogo porque cada vez hay mensajes contradictorios de los secesionistas. En esa situación estamos rezando, con la esperanza de poder hablar con los ‘Boys’ (nombre que reciben los distintos grupos de independientes, ed) para que formen un solo frente y puedan dialogar con el gobierno, que está unido. Los que más sufren son, sin duda, las personas que se encuentran en medio. La gente quiere reanudar la vida normal, pero todo se complica y la vida cotidiana se vuelve difícil. El 9 de abril regresaba de Mamfa, donde había ordenado a siete nuevos sacerdotes, y, a la altura de Bali, nos encontramos con un tiroteo que hizo imposible el paso. Había una cola muy larga de coches que permaneció bloqueada durante horas mientras temíamos por nuestra seguridad. El pueblo necesita libertad y paz”.
La Iglesia, recuerda el Arzobispo, está constantemente en primera línea en el proceso de diálogo y encuentro entre las partes en conflicto y muestra total disponibilidad en cuanto a capacidad de mediación y apoyo concreto al proceso de paz. “La Iglesia de Camerún -confirma el arzobispo- siempre ha participado indirectamente en la facilitación de las conversaciones de paz. La misión de la Iglesia es la de su fundador, al que llamamos ‘Príncipe de la Paz’, por lo que nunca podemos dejar de hablar de la paz. Pero, como han predicho los profetas y los salmos, no hay paz sin justicia, y por eso hablamos también de justicia. Se necesita justicia para la comunidad: sólo así puede llegar la paz”.
(LA) (Agencia Fides 13/4/2021)
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