Ciudad del Vaticano
“Dios no cabe en un templo, Dios es más grande, invade todo y está presente en todas las circunstancias de la vida, por lo tanto, no puede restringirse”, lo dijo Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado de la Iglesia en el Perú, en su homilía en la Celebración Eucarística de este 27 de septiembre, XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. El Prelado explicó que, el Evangelio de Mateo (21,28-32) nos coloca ante un diálogo que Jesús tuvo con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo: “ellos eran los dirigentes de la religión de Israel, que habían organizado el sistema ritual de oraciones, holocaustos y sacrificios, la relación entre las zonas puras e impuras, hasta dónde se tenía que entrar, quiénes podían entrar y quiénes no”.
Dios se encarna en nosotros, especialmente en los pobres
En este sentido, Monseñor Castillo subrayó que, “si Dios ha querido habitar en algún lugar, es en nosotros, y por esa razón, estamos llamados a retornar a la intuición profunda y fundamental de que Dios vive en nuestro ser y tenemos que dejar que salga, que su imagen crezca en nosotros, para amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado”. “El anonadamiento de nuestro Dios, que se encarna en nosotros, especialmente en los pobres, es el fundamento de nuestra fe”, destacó Monseñor Carlos citando la Carta de San Pablo a los Filipenses (2,1-11), que nos recuerda que Jesucristo no retuvo para sí su categoría de Dios, sino que se hizo nada, tomando la condición de esclavo, de siervo, pasando como uno de tantos, y muriendo en la cruz.
¿Qué cosa es hacer la voluntad del Padre?
Es por ello, que el Arzobispo de Lima se pregunta: ¿Qué cosa es hacer la voluntad del Padre? “Es ir a la viña a cosechar, a ver dónde están los problemas, a solucionar las dificultades. Cosechar no es un trabajo sencillo, implica un dinamismo que no está reglamentado. ¿Cuántos de nosotros, en este tiempo, no hemos ido a la viña de los enfermos? ¿Cuántos no hemos ido a la viña de la solidaridad?”. En ese sentido, el texto de Mateo nos permite entender la enorme sensibilidad del Señor hacia los más humillados y pequeños, hacia los despreciados y maltratados, pero que son capaces de recapacitar y retomar el camino: “el Señor decidió reconocer que, en ellos – indicó el Primado del Perú – hay más capacidad de conversión que quien se afianza a un sistema y se petrifica, se anquilosa, se esclerotiza”.
Encontrar al Señor que nos habla en el fondo de nosotros
Monseñor Castillo reiteró que el Señor llama a la Iglesia a un proceso de conversión, para habituarnos a comprender los nuevos problemas del mundo, acercarnos a las nuevas periferias existenciales y sus relatos: “este mes de octubre será diferente, pero será también un retiro espiritual para encontrar al Señor que nos habla en el fondo de nosotros – agregó el Arzobispo de Lima – para que nuestra ciudad de Lima, que muchas veces olvidó a las provincias y a las periferias, a los migrantes, a los awajunes, a los shipibos, y a todas las personas de la Sierra, pueda convertirse y ser solidaria, pueda cargar en el corazón al Señor, y así entrar en un proceso de apertura para la creación de la Lima nueva, en el Perú nuevo”.
El Arzobispo invitó a que en este tiempo de retiro, nos miremos a la cara, nos acompañemos reconociendo nuestros límites y dificultades, nuestros dolores y tragedias, convirtiéndonos al Señor, inspirados por su Palabra y por su Espíritu: “Que a partir del día primero de octubre – concluyó el Prelado – todos nos revistamos de morado en el corazón, porque todos estamos unidos en este mismo camino”.
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