ÁFRICA/SUDÁFRICA - “La corrupción es igual a la traición y al terrorismo socioeconómico”, asegura el presidente de Justicia y Paz

Johannesburgo (Agencia Fides) – “El coronavirus parece haber avivado la codicia que ha reinado en nuestro país los últimos diez años”, lamenta monseñor Victor Hlolo Phalana, Obispo de Klerksdorp, y presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Episcopal de Sudárfrica (SACBC), en una declaración con motivo de la Jornada de la Herencia que se celebra en Sudáfrica el 24 de septiembre de cada año para celebrar la cultura y diversidad de creencias y tradiciones nacionales. Y es precisamente “la corrupción la principal amenaza para nuestro patrimonio nacional”, sentencia.

“La corrupción fue una característica constante del período del apartheid. Los negros fueron sus principales víctimas, ya que no tenían derechos y, por lo tanto, no tenían forma de protegerse de los abusos de políticos y funcionarios que usaban el poder del gobierno en beneficio personal”, indica el obispo que lo recuerda cómo “el período más corrupto de la historia del país estos fueron los últimos años del apartheid, cuando el intento de combatir la exitosa campaña de sanciones internacionales hizo de la corrupción, protegida por el secreto gubernamental, su estrategia central”.

El fin del apartheid no puso fin a la corrupción. Basta solo con recordar lo que sucedió durante la época del presidente Jacob Zuma. Su renuncia en 2018 generó esperanzas que se vieron traicionadas, recuerda el arzobispo Phalana. “Fue un golpe ver al partido gobernante reasignar a funcionarios corruptos a varias posiciones estratégicas, incluido el Parlamento”.

El obispo apunta a los recientes escándalos de malversación de los fondos destinados a combatir el coronavirus: “Mientras millones de personas fueron encerradas en sus casas, sabiendo que podían perder sus trabajos e ingresos, los políticos corruptos, como las hienas que rodean a una presa inmovilizada, se lanzaron sobre el paquete de ayudas de 500.000 millones de rands para que las empresas pudieran hacer frente a la crisis económica. Al final, cientos de trabajadores fueron despedidos y no han visto un céntimo de los fondos asignados”.

Las empresas privadas se han enriquecido ilegalmente con el suministro de materiales de protección de calidad inferior y vendidos a precios inflados, “poniendo en riesgo así la vida de los pacientes, de los trabajadores en primera línea y de toda la población”, denuncia monseñor Phalana.

“La corrupción equivale a traición y terrorismo socioeconómico y debe tratarse como tal. Me avergüenza reconocer que la corrupción es nuestra herencia”, concluye el obispo de Klerksdorp.
(L.M.) (Agencia Fides 25/9/2020)


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