(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.11.2021).- Aunque el boletín oficial de la Sala de Prensa de la Santa Sede no recogió el hecho, la mañana del lunes 29 de noviembre de 2021 el Papa recibió en audiencia al superior general de los Siervos del Paráclito (“Servants of the Paraclete”).
La audiencia podría pasar desapercibida si no fuera por dos hechos: el primero es que esa congregación nació con la finalidad de atender a sacerdotes en dificultades personales, primero alcohólicos, después a quienes llegaban a liarse en alguna relación con mujeres adultas y, finalmente, con abusadores de niños. El segundo hecho es que precisamente este 29 de noviembre falleció una de las víctimas más conocidas de uno de los sacerdotes que pasó por uno de los centros de los Servants of the Paraclete, el señor Phil Saviano.
Fundados en 1947 por el padre Gerald Fitzgerald en Jemez Springs, Nuevo México, el nombre de siervos del Paráclito alude al Espíritu Santo quien se hace abogado de las personas y, en ese sentido, su ayuda. Eso buscaba el padre Fitzgerald y los suyos: ser un grupo de sacerdotes y hermanos religiosos dedicados a la vida contemplativa y al cuidado de sacerdotes ancianos y enfermos de todas las demás familias religiosas y del clero diocesano. El arzobispo de Santa Fe, en Nuevo México, les apoyó y fue así como llegaron a Jemez Springs.
Originalmente la nueva congregación sólo trataba a sacerdotes con adicciones a sustancias como el alcohol por medio de terapias espirituales que incluían momentos intensos de adoración eucarística. Pero por petición de diferentes obispos comenzaron a albergar a sacerdotes con problemas relacionados con la vivencia del celibato hasta finalmente acoger a abusadores de menores.
Inicialmente el padre Fitzgerald rechazó acoger a este último tipo de sacerdotes y por cuanto consta por su correspondencia privada llegó a la convicción de que no podrían curarse y se les debería laicizar, incluso contra su voluntad. Consta que incluso apeló para que este tipo de sacerdotes quedaran aislados en una isla. Los obispos prefirieron el consejo de psicólogos y terapeutas que difería del del padre Gerald. En 1952 escribía al obispo de Reno, Nevada: “Yo mismo me inclinaría a favorecer la laicización de cualquier sacerdote, sobre la base de pruebas objetivas, para alterar la virtud de los jóvenes, siendo mi argumento, desde este punto en adelante, que la caridad al Cuerpo Místico debe prevalecer sobre la caridad al individuo […] Además, en la práctica, las conversiones reales serán extremadamente raras […] Por lo tanto, dejarlas de servicio o vagar de diócesis en diócesis está contribuyendo al escándalo o al menos al peligro aproximado de escándalo”.
Y en 1957 escribía al obispo de Manchester, New Hampshire: “Nos sorprende descubrir con qué frecuencia se confía la cura animarum a un hombre que estaría tras las rejas si no fuera sacerdote”.
En 1962 la experiencia del padre Fitzgerald se convirtió en aportación por medio de una carta a la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre este asunto y más tarde en un encuentro con el Papa Pablo VI. Se puede decir que el Centro Servants of the Paraclete en Jemez Springs fue el primer lugar en atención profesional especializada para problemas de trastornos sexuales del clero católico.
En 1990 comenzaron a sucederse una serie de demandas contra ellos debido a que sacerdotes que habían pasado por ese centro habían reincidido o incluso de alguna forma, durante su estancia, habían logrado abusar de menores. La mayoría de los centros de esta congregación cerraron y el padre Fitzgerald fue alejado de su obra.
Uno de los desgraciadamente más conocidos sacerdotes y criminales que pasó por el centro de los Servants of the Paraclete fue David Holley. Este clérigo pasó por el centro en la década de los 70 y traía ya un historial delictivo. Una de sus víctimas fue Phil Saviano, víctima que falleció el mismo día que el Papa recibía al sucesor del P. Fitzgerald al frente de los Siervos del Paráclito.
Saviano fue víctima, pero también un campeón: gracias a él el equipo del Boston Globe pudo reconstruir y dar seguimiento a una investigación que destapó la cloaca de los abusos en la Iglesia en los Estados Unidos. Esa historia sería llevada a las pantallas del séptimo arte: Spotlight.
Es cierto que no se sabe de qué trató la audiencia privada de hoy en la Santa Sede entre el Papa y el sucesor del P. Fitzgerald, el reverendo John Murpy, quien de hecho iba acompañado por otros dos religiosos de la congregación. Tal vez, y se subraya lo del tal vez, la experiencia de esta congregación, y especialmente la voz profética y desatendida del fundador, pueda ser una voz que enriquezca la lucha contra el flagelo de la pedofilia que, afortunadamente, cada vez se toma con más seriedad y se enfrenta con mayor determinación. Esta audiencia es una muestra en ambas direcciones.
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