(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 23.11.2021).- El Magisterio del Papa en la era digital ha encontrado en YouTube un aliado estupendo. Ha sido a través de un mensaje publicado en esa plataforma que hemos conocido el contenido del discurso que ofreció a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura, asamblea que se desarrolló de forma virtual en torno al tema “El humanismo necesario”.
En su discurso, el Papa inicia planteando el hecho de que “la pandemia ha minado muchas certezas en las que se basa nuestro modelo social y económico, revelando su fragilidad: las relaciones personales, las formas de trabajar, la vida social, e incluso la práctica religiosa y la participación en los sacramentos. Pero también y sobre todo volvió a proponer con fuerza las cuestiones fundamentales de la existencia: la cuestión de Dios y del ser humano”.
A continuación, el Santo Padre desarrolla 8 interesantes reflexiones de especial relevancia y peso intelectual acerca del humanismo y, en definitiva, acerca de la pregunta “¿quién es el hombre?”. Ofrecemos en seguida una traducción al castellano de esas 8 reflexiones con el tradicional añadido de ZENIT como título para cada apartado. La traducción es de ZENIT del original en italiano.
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1º El humanismo necesario
“(…) en esta coyuntura de la historia, no solo necesitamos nuevos programas económicos o nuevas recetas contra el virus, sino sobre todo una nueva perspectiva humanista, basada en la Revelación bíblica, enriquecida por el legado de la tradición clásica, así como por las reflexiones sobre la persona humana presente en diferentes culturas”.
2º El humanismo secular
“El término «humanismo» me hizo pensar en el memorable discurso pronunciado por San Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1965. Evocó el humanismo secular de la época, que desafió la visión cristiana, y dijo: «La religión del Dios que se hizo Hombre se ha encontrado con la religión (porque así es) del hombre que se hace a sí mismo Dios». Y en lugar de condenarlo y repudiarlo, el Papa recurrió al modelo del Buen Samaritano que había guiado el pensamiento del Concilio, es decir, esa inmensa simpatía hacia el ser humano y sus conquistas, sus alegrías y esperanzas, sus dudas, sus tristeza y angustia. Y así, Pablo VI invitó a esa humanidad cerrada a la trascendencia a reconocer nuestro nuevo humanismo, porque – dijo – «nosotros también, más que nadie, somos amantes del hombre».”.
3º Repensar qué es el ser humano
“Ese humanismo secular, una expresión que también aludía a la ideología totalitaria que prevalecía entonces en muchos regímenes, es ahora cosa del pasado. En nuestra era marcada por el fin de las ideologías, ahora parece olvidado, parece sepultado ante los nuevos cambios provocados por la revolución de la información y los increíbles desarrollos de las ciencias, que nos obligan a repensar nuevamente lo que es el ser humano. La pregunta sobre el humanismo surge de esta pregunta: ¿qué es el hombre, el ser humano?”
4º Humanismo secular VS humanismo cristiano
“En la época del Concilio, un humanismo secular, inmanentista, materialista se enfrentó al cristiano, abierto a la trascendencia. Ambos, sin embargo, podrían compartir una base común, una convergencia fundamental sobre algunas cuestiones radicales relacionadas con la naturaleza humana. Ahora bien, esto ha fallado debido a la fluidez de la visión cultural contemporánea. Es la era líquida o gaseosa. Sin embargo, la Constitución conciliar Gaudium et spes sigue siendo relevante a este respecto. Nos recuerda, de hecho, que la Iglesia aún tiene mucho que dar al mundo, y nos exige reconocer y evaluar, con confianza y valentía, los logros intelectuales, espirituales y materiales que han surgido desde entonces en diversos sectores del saber humano.
5º Una revolución en marcha: repensar la presencia del ser humano en el mundo
Hoy está en marcha una revolución, sí, una revolución, que toca los nudos esenciales de la existencia humana y requiere un esfuerzo creativo de pensamiento y acción. Ambos. Las formas de entender, generar, nacer y morir están cambiando estructuralmente. Se cuestiona la especificidad del ser humano en el conjunto de la creación, su singularidad hacia otros animales, e incluso su relación con las máquinas. Pero no podemos limitarnos siempre y únicamente a la negación y la crítica. Más bien, se nos pide repensar la presencia del ser humano en el mundo a la luz de la tradición humanista: como servidor de la vida y no como amo, como constructor del bien común con los valores de la solidaridad y la compasión”.
6º La pregunta sobre el ser humano mismo y su identidad
“Por eso habéis colocado algunas preguntas esenciales en el centro de su reflexión. Junto a la pregunta sobre Dios, que sigue siendo fundamental para la propia existencia humana, como a menudo recordaba Benedicto XVI, hoy se plantea de manera decisiva la pregunta sobre el ser humano mismo y su identidad. ¿Qué significa hoy ser hombre y mujer como personas complementarias y llamadas a la relación? ¿Cuál es el significado de las palabras «paternidad» y «maternidad»? Y, de nuevo, ¿cuál es la condición específica del ser humano que lo hace único e irrepetible con respecto a las máquinas y también a otras especies animales? ¿Cuál es su vocación trascendente? ¿De dónde proviene su llamado a construir relaciones sociales con los demás?”.
7º La Sagrada Escritura: lugar del humanismo bíblico
“La Sagrada Escritura nos ofrece las coordenadas esenciales para delinear una antropología del ser humano en su relación con Dios, en la complejidad de las relaciones entre hombre y mujer, y en la conexión con el tiempo y el espacio en Dónde vive. El humanismo bíblico, en fructífero diálogo con los valores del pensamiento clásico griego y latino, ha dado lugar a una alta visión sobre el ser humano, su origen y su destino último, su forma de vida en esta tierra. Esta fusión entre sabiduría antigua y bíblica sigue siendo un paradigma aún fructífero”.
8º Humanismo bíblico abierto a la acogida
“Sin embargo, el humanismo bíblico y clásico de hoy debe abrirse sabiamente para acoger, en una nueva síntesis creativa, también los aportes de la tradición humanista contemporánea y de otras culturas. Pienso, por ejemplo, en la visión holística de las culturas asiáticas, en la búsqueda de la armonía interior y con la creación. O a la solidaridad de las culturas africanas, para superar el excesivo individualismo propio de la cultura occidental. También es importante la antropología de los pueblos latinoamericanos, con un vivo sentido de familia y celebración. Así como las culturas de los pueblos indígenas de todo el planeta. Hay, en estas diferentes culturas, formas de un humanismo que, integrado al europeo heredado de la civilización grecorromana y transformado por la visión cristiana, se convierte hoy en la mejor herramienta para abordar las inquietantes cuestiones sobre el futuro de la humanidad. De hecho, «si el ser humano no redescubre su verdadero lugar, no se comprende a sí mismo adecuadamente y acaba contradiciendo su propia realidad» (Enc. Laudato si, 115)”.
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