¿Qué es la licenciatura en el chismorreo? Papa Francisco lo refiere

(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 05.02.2021).- En la actitud del chismorreo, y de modo concreto en la “licenciatura del chismorreo”, habló el Papa Francisco en la audiencia del pasado miércoles 3 de noviembre.

Partiendo de una exhortación de San Pablo en la carta a los Gálatas con la que el Apóstol invita a caminar según el Espíritu Santo, el Papa recordó que esto significa “dejarse guiar” por el Espíritu de Dios de modo que “Recorriendo este camino, el cristiano adquiere una visión positiva de la vida. Esto no significa que el mal presente en el mundo haya desaparecido, o que hayan desaparecido los impulsos negativos del egoísmo y el orgullo; más bien quiere decir que creer en Dios es siempre más fuerte que nuestras resistencias y más grande que nuestros pecados. ¡Y esto es importante!”.

Pero dado que “caminar según el Espíritu” no es sólo una acción individual, sino comunitaria, el Papa habla de las “tentaciones” que en ese caminar comunitario se pueden encontrar. Una actitud que va contra la mansedumbre en el camino es la del chismorreo. Y como dice el Papa, esto no es del Espíritu Santo. Y añade y subraya: “cuando tenemos la tentación de juzgar mal a los otros, como sucede a menudo, debemos sobre todo reflexionar sobre nuestra fragilidad. ¡Qué fácil es criticar a los otros! Pero hay gente que parece tener una licenciatura en chismorreo. Todos los días critican a los demás. ¡Pero mírate a ti mismo!  Está bien preguntarnos qué nos impulsa a corregir a un hermano o a una hermana, y si no somos de alguna manera corresponsables de su error. El Espíritu Santo, además de donarnos la mansedumbre, nos invita a la solidaridad, a llevar los pesos de los otros. ¡Cuántos pesos están presentes en la vida de una persona: la enfermedad, la falta de trabajo, la soledad, el dolor…! ¡Y cuántas otras pruebas que requieren la cercanía y el amor de los hermanos!”.

El Papa termina invitando a quienes hacen estudios profesionales en chismorreo a amar: “Ama siempre. La regla suprema de la corrección fraterna es el amor: querer el bien de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. Se trata de tolerar los problemas de los otros, los defectos de los otros en silencio en la oración, para después encontrar el camino adecuado para ayudarlo a corregirse. Y esto no es fácil. El camino más fácil es el del chismorreo. Despellejar al otro como si yo fuera perfecto. Y esto no se debe hacer”.

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