(RV).- La elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela sigue cuando controversia, para algunos asombros o burla por el resultado anunciado por el ente electoral que no reflejaba lo que vivían las calles el pasado domingo: represión a los manifestantes opositores y centros electorales poco concurridos.
El saldo de personas asesinadas durante la jornada del domingo 30 de julio, 17 personas, enmarcan la situación de la nación en un clima caótico y desconcertante. Mientras el Gobierno celebra la instalación de la asamblea constituyente, los opositores llaman a profundizar la protesta contra Maduro.
“La violencia no puede ser nunca la forma de solucionar los conflictos sociales que se agravan día a día en nuestra sociedad venezolana. La represión desmedida con saldo de heridos, muertos y detenidos genera mayor violencia”, indicaban los obispos venezolanos en un comunicado publicado horas antes de la realización de los comicios.
Y precisamente esta ha sido la constante de ambos bandos, persistir en la violencia tanto para mantener el poder y también para conseguirlo, unos con represión, persecución, y muerte, otros con la llamada protesta pacífica que termina generando un espiral de violencia en las comunidades.
El llamado de la Iglesia venezolana es contundente, al Gobierno piden escuchar el clamor del pueblo, sus necesidades y el rechazo de la constituyente, y a la Fuerza Armada Nacional exhortan a velar y respetar la vida de los ciudadanos.
La violencia no es la solución al conflicto, ahora los venezolanos se deberán enfrentar a la tentación del odio para superar la barrera de la violencia para construir la reconciliación, mientras se defiende los derechos por una verdadera sociedad democrática.
Johan Pacheco para RADIO VATICANA.
@padrejohan
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