ÁFRICA/SUDÁN - La crisis económica y social alimenta el descontento y la pobreza

Jartum (Agencia Fides) - Sudán vive una delicada situación de transición. La situación económica es muy difícil: se han recortado las subvenciones a la gasolina y la harina, los precios suben y la lira sudanesa pierde valor constantemente. La gente está luchando por salir adelante. También hay grandes incertidumbres desde el punto de vista político e internacional. Este es el panorama que describen las fuentes misioneras entrevistadas por la Agencia Fides en Jartum. “En noviembre, un euro valía 270 libras egipcias. Hoy vale 475 - observan las fuentes -. Esto ha provocado un aumento de la inflación. Además, combinado con la supresión de los precios subvencionados del combustible y el pan, ha creado una mezcla explosiva. En las últimas semanas, la gente ha salido a la calle para manifestarse contra el alto coste de la vida. Manifestaciones que han sido duramente reprimidas, pero la gente es cada vez más pobre”.
Tras la caída de Omar al-Bashir, los sudaneses esperaban una rápida recuperación de la economía y una mayor estabilidad. Pero eso no ha ocurrido. “Quienes conocen la historia y el sistema económico sudanés -continúan las fuentes de Fides- sabían que una recuperación inmediata era imposible. Sobre todo porque el gobierno sólo controla el 12% de los recursos nacionales.
El resto está en manos de las fuerzas armadas. El sistema económico sudanés es muy similar al egipcio. Los militares son propietarios de tierras agrícolas, industrias, empresas de servicios, pero los resultados de esta gestión no conducen a una dirección de crecimiento. La profunda crisis económica está insertada en un contexto político nacional e internacional nada fácil.
Después de años, se han registrado nuevos incidentes en Darfur. Los enfrentamientos, que volvieron a estallar durante el fin de semana de Pascua, han causado decenas de muertos y miles de refugiados en los estados vecinos. Los miembros de las tribus de etnia africana se han enfrentado a otros de etnia árabe. Detrás de todo esto está la lucha entre los ganaderos nómadas y los agricultores por el control del agua y los pastos. A esta crisis se añade la que está en curso con Etiopía por antiguas disputas fronterizas. “En la disputa con Etiopía -señalan las fuentes- se entremezclan diferentes intereses. Hay una cuestión de fronteras, pero también están las diatribas relacionadas con la falta de acuerdo sobre la presa del Gran Milenio construida por Etiopía en el Nilo Azul (las últimas conversaciones mantenidas en los últimos días no han llevado a ningún acuerdo, ed), por no mencionar las apetencias por los recursos locales (en las zonas en disputa hay grandes yacimientos de oro). Uno se pregunta, entonces, qué papel juega Egipto. El Cairo tiene todo el interés en enviar a Jartum a desestabilizar Etiopía. Pero, ¿qué ventajas obtiene Sudán de esto? Una guerra abierta no es concebible, pero una guerra de baja intensidad no es imposible y, ciertamente, no es menos dañina y peligrosa que un conflicto tradicional”.
La situación política y económica es delicada. Hay quienes temen un posible golpe de Estado. “La situación podría favorecer el ascenso de un hombre fuerte - concluyen las fuentes -. Algunos líderes políticos ya han pronunciado discursos que rozan la legalidad constitucional. Sin embargo, la sociedad civil, especialmente los estudiantes y los representantes de las profesiones, han desarrollado una fuerte conciencia democrática. No creo que acepten de buen grado un golpe de estado. Los ciudadanos siguen luchando por el desarrollo armónico del país y por una política que mire al bien común y no a los intereses particulares y personales de los políticos”.
(EC) (Agencia Fides 7/4/2021)


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