(ZENIT – Roma – 28 Mar. 2017).- Un tratado internacional para prohibir las armas nucleares comenzó a ser negociado este lunes por unos 120 países, aunque sin la participación de las potencias atómicas, que consideraron la iniciativa poco realista.
Se trata de crear un “instrumento jurídicamente vinculante para prohibir las armas nucleares, llevando hacia su total eliminación”, inspirándose en los recientes acuerdos internacionales sobre armas químicas, bombas de racimo o minas antipersonal.
El papa Franciscoenvió un mensaje a la Cumbre internacional que inició este lunes y proseguirá hasta el viernes, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
El Mensaje pontificio fue leído por el ‘ministro de exteriores’ del Vaticano, el subsecretario para las Relaciones con los Estados y jefe de la delegación de la Santa Sede, Mons. Antoine Camilleri.
El santo Padre recuerda subrayó que «el Preámbulo y el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas indican los cimientos de la construcción jurídica internacional: la paz, la solución pacífica de las controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones».
Y que «una ética y un derecho basados sobre la amenaza de la destrucción recíproca -y potencialmente de toda la humanidad- contradicen el espíritu mismo de las Naciones Unidas».
Así el Pontífice señala que «debemos comprometernos por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en la letra y en el espíritu».
Tomando en consideración las principales amenazas contra la paz y la seguridad con sus múltiples dimensiones, como por ejemplo el terrorismo, los conflictos asimétricos, la seguridad informática, los problemas ambientales, la pobreza, el Papa señala que «emergen no pocas dudas sobre la insuficiencia de la disuasión nuclear para responder eficazmente a dichos desafíos».
El Santo Padre destaca su preocupación de «las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales que se producen con el empleo de cualquier tipo de arma nuclear, con devastadores efectos indiscriminados e incontrolables en el tiempo y en el espacio».
Además del «despilfarro de recursos» recursos «que, sin embargo, se podrían utilizar para prioridades más significativas, como la promoción de la paz y del desarrollo humano integral, así como la lucha contra la pobreza y la actuación de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible».
La comunidad internacional está llamada a adoptar estrategias de largo alcance para promover la paz para toda la humanidad, indica ya que la paz y la estabilidad internacional no se pueden fundar sobre un «falso sentido de seguridad, sobre la amenaza de un destrucción recíproca». Sino «sobre la justicia, el desarrollo humano integral, el respeto de los derechos humanos fundamentales, la custodia de la creación, la participación de todos en la vida pública, la confianza entre los pueblos, la promoción de instituciones pacíficas, el acceso a la educación y a la salud, el diálogo y la solidaridad».
«El objetivo final de la eliminación total de las armas nucleares –escribe el Papa– se vuelve un desafío y también un imperativo moral y humanitario».
«Los estados que poseen armas, los países que no las poseen, los sectores militares y privados, comunidades religiosas, sociedad civil, Organizaciones internacionales. En este esfuerzo debemos evitar aquellas formas de recriminación recíproca y de polarización que impiden el diálogo, en lugar de alentarlo».
El Mensaje concluye deseando que los trabajos de la Conferencia de la ONU, «puedan ser proficuos y puedan dar una contribución eficaz para avanzar en aquella ética de la paz y de la seguridad cooperativa multilateral, que tanto necesita hoy la humanidad».
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