Primer encuentro Virtual de jueces: Reflexión del Papa

(zenit – 01 dic. 2020).- El Papa Francisco mandó ayer lunes 30 de noviembre de 2020 un videomensaje a los participantes del Primer Encuentro virtual de Jueces de los comités por los derechos sociales de África y América, en el que reflexionó sobre las  bases sobre las que la justicia social “debería sostenerse”.

En su análisis, el Santo Padre describe este evento, en el que “hombres y mujeres se reúnen” para “construir la nueva justicia social”, como una “excelente noticia” en un tiempo “tan crítico para toda la humanidad” como el actual.

Realidad y justicia

La primera idea que señala el Papa a los jueces es la necesidad de que sean conscientes de la “angustiante” realidad que atraviesa el mundo, formado por una “pequeña parte” que vive en la “opulencia” y otra “cada vez más numerosa” que desconoce la dignidad, es ignorada y cuyos derechos fundamentales son “violados”.

El segundo punto, apunta, trata de cómo se desarrolla la justicia. El Pontífice explica la importancia de conquistar “lo justo” todos los días, como tarea “colectiva” de todos y todas las personas “bienintencionadas” que desafían la “utopía”.

El compromiso

Según Francisco, la tercera base consiste en una “actitud de compromiso, siguiendo la senda del buen samaritano”, reconociendo la tentación acostumbrada de desentenderse del resto, “especialmente de los más débiles”: hemos de asumir, prosigue, “que nos hemos acostumbrado a pasar de lado, a ignorar las situaciones hasta que nos golpean directamente”.

Para él, el verdadero compromiso es hacernos cargo del dolor del otro y no resbalar hacia una cultura de la indiferencia”, el tan rutinario “mirar para otra parte”.

Conocer la historia

El Obispo de Roma declara la historia como “eje conductor” para “erigir una nueva justicia social” para este mundo “sediento de dignidad”. Exhorta a sumar “la perspectiva del pasado”, hacer una “reflexión histórica” para conocer las “luchas, los triunfos y las derrotas”.

Aclara que allí se encuentra “la sangre de quienes dieron su vida por una humanidad plena e integrada” y “las raíces de las experiencias, también las de aquella justicia social que hoy queremos repensar, hacer crecer y potenciar”.

Mirar al pueblo

El Sucesor de Pedro destaca al pueblo como “quinta base para construir la justicia social”: “Será una tarea mucho más fácil si incorporamos el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, sin pretender ser elite ilustrada, sino pueblo, siendo constantes e incansables en la labor de incluir, integrar y levantar al caído”.

Desde el Evangelio, continúa, Dios pide a los creyentes “ser pueblo de Dios, no elite de Dios”, siendo que estos “terminan en los tan consabidos clericalismos elitistas que, por ahí, trabajan para el pueblo, pero nada con el pueblo, sin sentirse pueblo”.

Solidaridad y justicia

La sexta clave que marca el Papa Francisco a los jueces es la solidaridad al “luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda”. También indica las “tres ‘T’ que nos ungen dignos”, el techo, la tierra y el trabajo.

En el mismo sentido, manifiesta la necesidad de luchar “contra quienes niegan los derechos sociales y laborales” y contra “esa cultura” que usa, esclaviza y quita la dignidad a los demás: “No olviden que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia”.

Justos son, arguye, “los que hacen justicia” y “resolviendo en el derecho” dan a los pobres lo que es suyo, les devuelven “lo que les pertenece”.

Propiedad e inequidad

Finalmente, el Pontífice sugiere la construcción de la “nueva justicia social” teniendo claro que “la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó siempre la función social de cualquiera de sus formas”: el derecho de propiedad es, por tanto, “un derecho natural secundario” que tienen todos, pero no hay justicia social que pueda construirse en la “inequidad” que conlleva la “concentración de la riqueza”.

A continuación, sigue el mensaje completo del Papa.

***

Mensaje de Francisco.

Queridos jueces y juezas de los continentes africano y americano:

Para mí es una alegría compartir con ustedes este encuentro virtual de juezas y jueces integrantes de los Comités por los Derechos Sociales.

En un momento tan crítico para toda la humanidad, el hecho de que las mujeres y los hombres que trabajan para impartir justicia se reúnan para pensar su labor y construir la nueva justicia social es, sin dudarlo, una excelente noticia.

Creo que para construir, para analizar desde una íntegra revisión conceptual la idea de justicia social, es fundamental recurrir a otro conjunto de ideas y situaciones que constituyen, a mi entender, las bases sobre las que esta debería sostenerse.

La primera tiene que ver con la dimensión de la realidad. Las ideas sobre las que seguramente ustedes trabajarán, no debieran perder de vista el angustiante cuadro en el que una pequeña parte de la humanidad vive en la opulencia, mientras que a una cantidad cada vez más numerosa le es desconocida dignidad y son ignorados o violados sus derechos más elementales. No podemos pensar desconectados de la realidad. Y esta es una realidad que deben tener presente.

La segunda nos remite a las formas en que se gesta la justicia. Pienso en una obra colectiva, en una obra de conjunto, en donde todos y todas las personas bienintencionadas desafían la utopía y asumen que, así como el bien y el amor, lo justo es una tarea que ha de conquistarse todos los días, porque el desbalance es una tentación de cada minuto. Por eso cada día es una conquista.

Pero no sólo se trata de unirse para moldear esa nueva justicia social. Es necesario hacerlo con una actitud de compromiso, siguiendo la senda del buen Samaritano. Y ese es el tercer paradigma a tener presente, reconociendo la tentación tan frecuente de desentenderse de los demás, especialmente de los más débiles. Tenemos que asumir que nos hemos acostumbrado a pasar de lado, a ignorar las situaciones hasta que estas nos golpean directamente. El compromiso incondicional es hacernos cargo del dolor del otro y no resbalar hacia una cultura de la indiferencia. Ese tan cotidiano de mirar para otra parte.

No puedo dejar de mencionar, como parte fundamental de esta construcción de la justicia social, la idea de la historia como eje conductor. Y esta es la cuarta y obligada reflexión para los que pretendan erigir una nueva justicia social para nuestro planeta, sediento de dignidad: sumar al planteo la perspectiva del pasado, es decir, histórica, una reflexión histórica. Ahí están las luchas, los triunfos y las derrotas. Allí se encuentra la sangre de quienes dieron su vida por una humanidad plena e integrada. En el pasado están todas las raíces de las experiencias, también las de aquella justicia social que hoy queremos repensar, hacer crecer y potenciar.

Y es muy difícil poder construir la justicia social sin basarnos en el pueblo. O sea, la historia nos lleva al pueblo, los pueblos. Será una tarea mucho más fácil si incorporamos el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, sin pretender ser elite ilustrada, sino pueblo, siendo constantes e incansables en la labor de incluir, integrar y levantar al caído. El pueblo es la quinta base para construir la justicia social. Y, desde el Evangelio, lo que a nosotros creyentes Dios nos pide es ser pueblo de Dios, no elite de Dios. Porque los que van por el camino de la “elite de Dios”, terminan en los tan consabidos clericalismos elitistas que, por ahí, trabajan para el pueblo, pero nada con el pueblo, sin sentirse pueblo.

Y, por último, les sugiero que, al momento de repensar la idea de la justicia social, lo hagan siendo solidarios y justos. Solidarios al luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda. Techo, tierra y trabajo, las tres “T” que nos ungen dignos. Luchando, en suma, contra quienes niegan los derechos sociales y laborales. Luchando contra esa cultura que lleva a usar a los demás, a esclavizar a los demás, y termina en quitar la dignidad de los demás. No olviden que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia.

Justos los que hacen justicia. Justos sabiendo que, cuando resolviendo en el derecho, damos a los pobres las cosas indispensables no les damos nuestras cosas, ni la de terceros, sino que les devolvemos lo que es suyo. Hemos perdido muchas veces esta idea de devolver lo que les pertenece.

Construyamos la nueva justicia social asumiendo que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó siempre la función social de cualquiera de sus formas.

El derecho de propiedad es un derecho natural secundario derivado del derecho que tienen todos, nacido del destino universal de los bienes creados. No hay justicia social que pueda cimentarse en la inequidad, que supone la concentración de la riqueza.

Queridas juezas y queridos jueces: Les deseo una excelente jornada de reflexión. Deseo también que todo lo que construyan sobre la justicia social sea más que una mera teoría, sino más bien una nueva y urgente práctica judicial, que coadyuve a que la humanidad pueda, en un futuro bien cercano, integrarse en la plenitud y la paz.

Les deseo lo mejor. Que Dios los bendiga.

© Librería Editora Vaticana

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