(zenit – 23 nov. 2020).- Clausurado el evento internacional Economía de Francisco, en el que han participado más de 2.000 jóvenes empresarios y economistas de los cinco continentes, zenit ha tenido la posibilidad de conversar con Diego Pérez sobre la participación de su familia en los actos celebrados del 19 al 22 de noviembre de 2020.
La joven familia mexicana de la diócesis de Nezahualcoyotl está compuesta por su Diego, su esposa, Betty García, y sus tres hijos, Emilio, Tayde y Regina. El entrevistado ha sido el encargado de coordinar una villa y un Hub de México para el encuentro.
Organización del evento
Antes de comprender el trabajo realizado por Diego para Economía de Francisco es necesario explicar qué es un Hub: se trata de un centro de emprendimiento creado para conectar personas que, a través de talleres, charlas y demás actividades, trabajen en equipo para generar sinergias con el fin de proyectar sus resultados en una realidad determinada.
El evento ha sido organizado por un comité internacional que primeramente definió 12 temáticas para desarrollar. Al adaptarse a la situación provocada por la pandemia de la COVID-19, se decidió que los actos fueran virtuales, y con ello la organización pidió la formación de un subgrupo de consejos nacionales que promovieran el tratamiento de temas propios.
Con la misión de fomentar una adecuada participación en las temáticas, los organizadores de cada país crearon villas para la difusión específica de Economía de Francisco y también Hub’s regionales de identidad y grupos propios.
Preparación del Hub
Diego Pérez ha sido coordinador de la villa de Energía y Pobreza para todo México y de un un Hub de la provincia eclesiástica de Tlalnepantla, que comprende ocho diócesis y a su vez casi el 50% de los municipios del estado.
Buscando la mayor participación de personas posible en las realidades concretas de su región, su trabajo ha tenido el objetivo de iniciar un proceso real de conversión económica. Con este fin, señala, “me puse en contacto con el obispo monseñor Héctor Luis Morales y le expuse la iniciativa, a la que respondió favorablemente”.
“Mi esposa Beatriz”, prosigue, “me ayudó a hacer la difusión y sumar grandes personalidades de la Iglesia mexicana y latinoamericana” como el doctor en Filosofía Rodrigo Guerra López, la historiadora María Luisa Aspe, el arzobispo Carlos Garfia o la escritora y teóloga Emilce Cuda: “con ellos pudimos organizar un programa paralelo de conferencias para responder a la propuesta internacional de Economía de Francisco pero con la visión local de Latinoamérica y México”.
Desde su Hub de México, integrado por 33 personas, Diego ha trazado 3 objetivos: encuentro y participación dentro del evento, consolidación de una comunidad para aportar estabilidad a la construcción sólida de una estructura regional y la propuesta y puesta en marcha de iniciativas para generar una mejor economía desde instituciones y Estado. Esta ruta responde, apunta, al método de ver, juzgar y actuar.
Gestión de la villa
Como coordinador de la Villa de Energía y Pobreza a nivel nacional, “tengo la tarea de coordinar las temáticas relativas, sumar esfuerzos con los demás integrantes del comité y buscar inversiones para las necesidades de energías limpias y pobreza que tanto aqueja a nuestro México”, explica.
También indica que la villa ha tenido una “tarea especial en el proyecto de Economía de Francisco porque la pandemia ha agudizado el problema de la pobreza en nuestro país”. Es cierto, afirma, que México tiene una “mínima realidad empresarial y de emprendimiento”, y la verdadera realidad es “más de obreros, empleados con salarios bajos, del mal llamado comercio informal y sobre todo de excluidos del sistema laboral, financiero y de la seguridad social”.
En palabras del Papa Francisco, “son los pobres y los excluidos los verdaderos protagonistas de este pacto por una economía más justa y eso es un gran reto para coordinar esta villa”, concluye.
Participación familiar en el encuentro
Toda la familia Pérez ha sido parte implicada de Economía de Francisco, pero llama la atención la participación del hijo mayor, Emilio, como única persona menor de 18 años (14) de toda Latinoamérica que ha intervenido activamente en el evento. Inicialmente, solo iban a ir los padres, pero Betty estaba embarazada y no podía viajar en avión, por lo que finalmente fue el hijo quien se sumó a Diego en esta aventura.
“Ha sido una gran experiencia”, comenta, “fue una dicha saber que entre muchos adolescentes de otras nacionalidades estaríamos representando a Latinoamérica”. En esta línea, destaca que “como padres esto fue providencial, porque siempre hemos estado en diferentes áreas del servicio en la Iglesia, pero que mi hijo tenga la oportunidad de compartir esta experiencia única y a su vez afianzar su compromiso cristiano en el ámbito social es un regalo inestimable”.
La participación de Emilio consistió en “ver charlas, interactuar en conversaciones uno a uno e intervenir en el programa del Hub”, “pudo ser parte de ello y sumar”. Su reacción ante la noticia, continúa, “fue de mucha emoción, porque desde pequeño ha tenido formación en temas relacionados con la Iglesia” y movimientos vocacionales y pastorales: “saber que le habían aceptado fue algo que le entusiasmó, que podría compartir con jóvenes de todas partes y construir un mundo mejor”.
Pero sin lugar a dudas, declara, “como familia la participación más importante fue apoyarnos para atender los tres días del evento con una cooperación en el hogar, el trabajo y las tareas, para juntos ser parte de esta gran experiencia y que todas las actividades adicionales pudieran fluir de manera adecuada”. Aunque “desgraciadamente” la familia no ha podido acudir a Asís por la prevención frente a la COVID-19, “el próximo año estaremos participando, y en especial Emilio con una edad más madura y una visión distinta al escenario que deje la pandemia en el tema económico”.
Experiencia del encuentro
Diego relata cómo Economía de Francisco ha supuesto para ellos una “gran experiencia en toda dimensión humana”: ha sido “increíble coordinar todo con personas que no conoces y que la intimidad de la participación, aunque fuera virtual, durante 12 horas al día, nos llevara a crear un grupo unido y comprometido en la búsqueda de una economía más influyente”.
“La prueba más concluyente de que la cultura del encuentro es fundamental es ver cómo nos hemos encontrado con desconocidos presentándonos como ‘yo soy’, y hemos terminado diciendo ‘nosotros somos’”, sostiene.
Del mismo modo, certifica que la experiencia ha sido buena también gracias a las conferencias de los ponentes expertos, “enriquecedoras en lo intelectual y en darnos cuenta de que los cambios en la economía social no son una utopía sino una realidad a la que debemos sumarnos y visualizar que es más importante actuar que teorizar”.
En lo espiritual, sigue, “al encontrarnos con la figura de san Francisco, ha sido providencial” en especial “como referente de un nuevo estilo de vida que nos lleve a mejores prácticas económicas y no tanto de consumismo y búsqueda de la utilidad, sino a una verdadera expresión de humanismo integral y de compromiso con la casa común”.
Visión de futuro
Dando a conocer las sensaciones que quedan tras el evento, Diego confiesa que de este encuentro se lleva “la esperanza de que podemos caminar juntos y construir un mejor futuro, y una humanidad con esperanza puede lograr grandes cosas si se mantiene viva en el hombre”.
Sin embargo, alega, “habrá que recorrer un camino lleno de retos, como seres humanos estamos expuestos a grandes tentaciones, habremos de combatir un individualismo muy erradicado culturalmente incluso en los más jóvenes ya que tendemos a hacer grupos de élite, y existirá una gran tentación a mirar hacia los círculos de poder para desarrollar las propuestas, siendo que el centro deben ser los pobres y los excluidos, nunca la cultura del descarte ni de resultados rápidos”.
También sostiene que frente a esto el Papa ha convocado a jóvenes “por su capacidad de soñar, disposición a construir un mundo más justo y más bello”, y “quienes estamos un poco más avanzados en edad, compartimos este sueño y les acompañaremos en el proceso para que la llama de la esperanza no se apague en sus corazones y logren la tan anhelada fiesta de fraternidad universal”.
Actitud del Santo Padre
Diego Pérez considera que la visión económica del Papa Francisco es “profética y está basada en una percepción de las realidades de un mundo lleno de desigualdades, pero sobre todo de excluidos, de personas que han sido consideradas no aptas para un modelo económico de algunos privilegiados”.
La propuesta del Pontífice, aclara, es “reflexionar con la pregunta que debemos hacernos: ¿Nuestro corazón es un barrio cerrado en el que no cualquiera puede ingresar, que se encierra en la indiferencia, en el confort y que no permite que los demás pasen?”.
Es por ello que Francisco no ha querido “postergar más el pacto de Asís que nos compromete a no aislarnos del sufrimiento de las personas sino atender a la necesidad de modelos que fomenten un desarrollo humano integral mirando al bien común y al servicio de la vida humana en reciprocidad con la naturaleza”, describe.
“Virus que viene de una eonomía enferma”
Analizando las palabras pronunciadas por el Obispo de Roma el pasado mes de agosto, Diego expresa que Economía de Francisco ha invitado a todos a reflexionar sobre “una economía enferma por el virus de la indiferencia que atenta contra toda forma de vida”.
Apoyando esta tesis, pone el ejemplo de que “no solo es provida preocuparse por el aborto, sino más aún entender que hay millones de niños abortados anualmente, miles que mueren de hambre cada año”, y estas muertes “más allá de la estadística, deben indignarnos tanto como las provocadas por el fenómeno del aborto”.
“De igual manera la educación”, arguye, “se ha convertido en una moneda de cambio y herramienta de exclusión, son solo algunos privilegiados los que tienen derecho a una de calidad”. Y es que, según la UNESCO, hay alrededor de 263 millones de niños y jóvenes no escolarizados en el mundo: “esto es una realidad que nos interpela a mantener la llama viva por un pacto educativo global y una transformación educativa que permita a más niños tener acceso a una educación de calidad que les posibilite desarrollarse integralmente y garantice trabajo, tierra y techo dignos a cada una de las personas en el mundo”.
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