Niamey (Agencia Fides) – “La fiesta por la liberación del padre Pierluigi Maccalli, después de dos años de prisión en el desierto el pasado mes de octubre, nonha durado mucho” escribe a la Agencia Fides el p. Mauro Armanino, hermano de comunidad del p. Maccalli, el misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) secuestrado en su misión en Bomoanga en la frontera entre Níger y Burkina Faso, en la noche entre el 17 y el 18 de septiembre de 2018, por milicianos yihadistas, liberado el 8 de octubre de 2020 (véase Fides 10/09/2020).
“La semana pasada, según los testimonios recogidos por testigos in situ, al menos 5 personas armadas, en dos motocicletas, ocuparon durante algún tiempo el patio de la misión donde vivían Pierluigi y uno de sus hermanos. Los ocupantes, después del 'sermón' en la mezquita de un pueblo adyacente a Bomoanga, llegaron por la noche e intentaron en vano abrir la puerta de la habitación de Pierluigi. Se llevaron varias cosas como: el colchón y las mantas, de la habitación de invitados”, dice el p. Armanino.
“Este hecho, tras un tiempo de relativa calma, ha llevado a la gente, especialmente a los cristianos, a volver a sus antiguos miedos”, explica el misionero. “La impunidad que parece envolver la acción de este pueblo armado y la aparente ineficacia de las fuerzas de seguridad han contribuido a volver a poner la vida cotidiana de los cristianos bajo un manto de miedo”. El padre Armanino afirma que “durante algún tiempo los hombres de la aldea de Bomoanga y presumiblemente de otros en una situación similar no duermen en la aldea de noche. Se esconden en los bosques circundantes y luego regresan a casa por la mañana, encontrando a su esposa, hijos y el resto de la familia. Otra consecuencia inmediata de este incidente son las oraciones en la iglesia, que habían retomado tímidamente y ahora se han vuelto a suspender”. “En realidad se trata de pocas cosas si se piensa en la tragedia que afectó a los campesinos en la frontera con Malí hace unos días. Más de cien personas, todas de religión musulmana, fueron asesinadas y más de diez mil abandonaron sus casas y campos aterrorizados (véase Fides 11/1/2021)”, dice el misionero. “Nada que ver con el pequeño acto de violencia de Bomoanga. Sin embargo, esta persistencia es sorprendente también porque es la parroquia madre del área alrededor de la nueva iglesia construida con tanto esfuerzo por Pierluigi”, comenta el p. Armanino que subraya que “golpear a Bomoanga significa herir el corazón y la dignidad de los cristianos, muy numerosos, en la zona”. “Lo que sigue sucediendo se podría resumir en dos palabras. Uno, la más fuerte, es persecución. Es decir, el impedimento directo al ejercicio de la libertad de culto y el derecho a la educación de los niños, con el cierre forzoso de las escuelas. La segunda palabra, quizás peor aún, es ausencia, de las autoridades que no permite que se respeten estos derechos. El calvario de la parroquia de Bomoanga no ha terminado con la liberación del padre Gigi”, concluye el misionero.
(L.M.) (Agencia Fides 12/1/2021)
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