ÁFRICA/NIGERIA - Hacia el Día de los Misioneros Mártires: el seminarista Michael Nnadi, asesinado por invitar a sus secuestradores a convertirse

Sokoto (Agencia Fides) - El 1 de febrero de 2020 el Excmo. Mons. Matthew Hassan Kukah, obispo de Sokoto (Nigeria), anunció el hallazgo del cuerpo de Michael Nnadi, el más joven (18 años) de los cuatro seminaristas que en la noche del 8 de enero habían sido secuestrados por hombres armados en el Seminario Mayor del Buen Pastor de Kaduna, en el noroeste de Nigeria. Los otros tres seminaristas habían sido liberados. El asesino, Mustapha Mohammed, detenido por la policía, confesó el homicidio porque el joven seminarista “seguía predicando el Evangelio de Jesucristo” a sus secuestradores (véase Fides 13/1/2020; 21/1/2020; 3/2/2020; 4/5/2020). Proponemos su testimonio en vista de la “29 Jornada de oración y ayuno en memoria de los Misioneros Mártires”, que se celebra el 24 de marzo (véase Fides 16/3/2021).
El obispo de Sokoto, y obispo del seminarista, monseñor Matthew Hassan Kukah, recuerda a la Agencia Fides los acontecimientos relativos a la captura de los criminales. “El 25 de abril de 2020, recibí una llamada telefónica del padre Francis Agba, uno de los formadores del Seminario Mayor del Buen Pastor en Kaduna, en la que me informaba de que un destacamento de una brigada especial de la policía nigeriana procedente de la Jefatura de Policía de Abuja, acababa de llegar allí para anunciar la captura de los delincuentes. Contuve la respiración, sorprendido. La policía, dijo, había llegado con uno de los secuestradores, Mustapha Mohammed, un hombre de 26 años, miembro de la banda de 45 secuestradores y bandidos que han estado robando, secuestrando, torturando y matando impunemente a muchas personas a lo largo de la carretera entre Kaduna y Abuja, la capital de Nigeria, durante los últimos cuatro años. Según Mahoma, habían matado a Michael porque no dejaba de pedirles que se arrepintieran y cambiaran de vida, dejando atrás sus malas costumbres. Dijo que lo que más les molestaba era que, aunque Michael sabía que eran musulmanes, seguía insistiendo en que se arrepintieran y dejaran su forma de vida. El valor del joven Michael es una página más del libro de los mártires de la antigüedad. La Sra. Bolanle Ataga, que había sido secuestrada junto con sus dos hijas, también fue asesinada con Michael por los mismos criminales. Según Muhammad, la señora Bolanle fue asesinada por el líder de su banda porque se negó a ser violada por él”.
El obispo explica que la trágica historia de Michael y Bolanle es como una metáfora para comprender las profundas cicatrices que han dejado el colonialismo británico y los acontecimientos que han tenido lugar a lo largo de la historia, “cicatrices que han desfigurado el rostro de la religión en Nigeria y siguen exacerbando las tensiones entre cristianos y musulmanes”. Inspirados por su fe, Michael y Bolanle fueron mártires valientes que no tuvieron miedo, subrayó el obispo. Para los cristianos que lloran su muerte, ésta no es una pérdida. Después de que la sangre de Jesús fuera derramada en la tierra, se sembraron las semillas de nuestra redención.
“Hoy la tumba de Michael es guardia y testigo a la entrada de su seminario, donde fue alumno -continúa Mons. Hassan Kukah- Sus compañeros pueden pasar por las puertas sabiendo que tienen un ángel de la guarda. Tanto él como Bolanle, así como Leah Sharibu, que se negó a renunciar a su fe cristiana y sigue en cautividad, son metáforas de la Iglesia que sufre en África. Su testimonio representa el oxígeno espiritual que tanto necesitan nuestros pulmones hoy en día. Junto con los mártires ugandeses, Santa Bakhita, el beato Isidoro Bakanja y muchos otros marcados por las cicatrices de la tortura por su fe, son portadores de la promesa y la esperanza para la Iglesia en nuestro continente. Su ejemplo debe servir de referencia para nuestros jóvenes, hombres y mujeres, en África”.
Según la información enviada a la Agencia Fides por el p. Chris Omotosho, Director de Comunicaciones Sociales de la Diócesis de Sokoto, Michael Ikechukwu Nnadi y Raphael, su hermano gemelo, nacieron el 16 de febrero de 2001 en Sokoto, después de otros tres hermanos. Fueron bautizados el 26 de mayo de 2001 en la Catedral de la Sagrada Familia de Sokoto. Perdieron a su padre y a su madre en 2003 y 2014 respectivamente. Desde entonces estaban al cuidado de su abuela materna. Después de su educación primaria, Michael fue al Seminario Menor de San José, en Zaria, Estado de Kaduna, para cursar su educación secundaria, al término de la cual expresó su deseo de ingresar en el Seminario Mayor. Tras un año de formación espiritual, en octubre de 2019, Michael fue admitido en el Seminario Mayor del Buen Pastor, en Kaduna, para realizar sus estudios filosóficos.
“Michael llevaba una vida humilde, se le conocía así desde la infancia -recuerda su hermano gemelo Rafael en un testimonio a la Agencia Fides-. Era un tipo sociable, el más ordenado en la escuela, le gustaba leer, escuchar música y me recordaba que debía rezar siempre. Era una persona devota y esto aumentó su deseo de ser sacerdote. Compartíamos mucho, a los dos nos gustaba viajar, ir de aventuras, siempre estábamos juntos como si fuera mi alma gemela. Echaremos de menos a Michael por su forma de vida, era humilde, hospitalario, siempre ponía a los demás por delante de sí mismo y mostraba verdadero amor. Siempre quise que se convirtiera realmente en el sacerdote que quería ser, no sólo un sacerdote, sino un buen sacerdote, un sacerdote con la gente y para la gente, que fuera un buen ejemplo para los demás”.
(SL) (Agencia Fides 20/3/2021)


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