Yangon (Agencia Fides) – “En esta Cuaresma no abandonamos la esperanza de que Myanmar resurja. El camino a seguir con fe, amor y diálogo es un camino de verdad y justicia, que conduce a la libertad, la paz y la democracia. Para alcanzarlo necesitamos la oración de todos nuestros hermanos y hermanas del mundo”: con estas sentidas palabras, comunicadas a la Agencia Fides, el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo salesiano de Yangon y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Myanmar, informa sobre los sentimientos de la comunidad católica que vive en Myanmar, en medio de la tensión social y política. El cardenal, que también es presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia y copresidente de la organización “Religiones por la Paz Internacional” describe “con profundo dolor” la situación del país que, tras el golpe del 1 de febrero, “ha vuelto de improviso a la pesadilla de la represión militar, la brutalidad, la violencia y la dictadura”.
Por otro lado, el cardenal elogia “la increíble valentía, compromiso y creatividad de nuestro pueblo”, que se manifiesta de forma pacífica, dando “un signo de madurez”: “Los jóvenes y todos los ciudadanos muestran tenacidad y resistencia: están decididos a no permitir que la democracia, la libertad y la paz, conquistadas con dificultad, puedan de repente ser anuladas. Los jóvenes no aceptan que les roben la esperanza. Su fuerza de ánimo es una gran inspiración para todos nosotros”, comenta a Fides, señalando la “solidaridad mutua entre personas de diferentes grupos étnicos y religiones, codo con codo por la misma causa, un bien para el pueblo”.
“La nación - afirma el Cardenal - vive un momento de gran prueba y sufrimiento, marcado por el derramamiento de sangre, el dolor, el duelo”, ya que “muchas personas inocentes resultan heridas, asesinadas o detenidas”, mientras “en los estados de Myanmar habitados por minorías étnicas el ejército ha vuelto a atacar a civiles, creando miles de desplazados internos”. El Card Bo espera “un Myanmar en el que los militares bajen las armas, abandonen el poder y hagan lo que debe hacer un ejército: proteger, y no atacar, al pueblo”.
En este contexto de violencia, continúa, “el Señor llama a la Iglesia a ser un instrumento de justicia, paz y reconciliación, para consolar a los afligidos, para contrastar el odio con el amor, para salvar vidas humanas”. Y concluye: “De la oración y de la Palabra de Dios acogemos un mensaje de esperanza que es el centro de nuestra fe. Nosotros, la Iglesia en Myanmar, apreciamos este mensaje en nuestros corazones. Oraremos y trabajaremos para que un nuevo Myanmar pueda renacer de esta tragedia, como una nación en la que todo ser humano comparte verdaderamente los derechos y libertades fundamentales y donde se disfruta de una paz auténtica”.
(PA) (Agencia Fides 12/3/2021)
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